BIENVENIDOS A YUMYS GALAXY, EL RINCÓN DE F.J.M. (MARCO ATILIO).

domingo, 27 de noviembre de 2011

...y te sacarán los ojos


A nadie se le escapa que en estos tiempos que corren, la labor de ser padres es una tarea a veces demasiado complicada. Personalmente he tenido la suerte de tener dos hijos maravillosos, responsables y honestos. 
 
Tanto mi esposa como yo nos hemos esforzado siempre por inculcarles las más elementales normas de convivencia, hemos tratado de educarlos con unos valores que les hicieran personas dignas, decentes y justas y que el respeto por los demás fuera el leitmotiv de su proceder y, en todo momento, hemos procurado alejarlos de vicios no deseados. 
 
Todos nuestros esfuerzos en la adecuada educación de mis hijos han tenido su recompensa pero me consta que a veces, a pesar de los desvelos que los padres tienen con sus hijos, las cosas no salen como ellos han pretendido que salgan.
 
Hace unos días, hice un comentario en una entrada que publicó en su blog (del que yo soy partícipe) un amigo a propósito del comportamiento irracional de algunos hijos con respecto a sus padres. El contenido de esa reflexión que hice entonces es el tema del post que os propongo hoy. 
 
 


Mi amigo tituló su artículo “Cría cuervos…” así que yo he titulado el mío “…Y te sacarán los ojos”. Ahí van mis reflexiones a ver qué os parecen:
La labor de ser padres es difícil, luchamos con ahínco por su bienestar e intentamos que sean honestos inculcándoles unos valores que les hagan crecer como personas y los preparamos para enfrentarse al mundo con posibilidades de vencer.
 
A nosotros como padres, lo único que se nos puede exigir es el de criar a nuestros hijos de la mejor manera posible, dándoles el sustento necesario y la educación adecuada para convertirlos en personas adultas, responsables y capaces. Si luego, cuando crecen, se convierten en algo que no les hemos enseñado, si por causas del entorno o por no sé qué rayos, la falta de juicio, la irresponsabilidad, la crueldad…, se apodera de ellos y por desgracia para nosotros se convierten en unos descerebrados; de ninguna manera debemos claudicar ante sus chantajes, despotismo y falta de respeto. Tenemos que mantenernos firmes y dejarles muy claro que mientras estén bajo nuestro mismo techo las normas las pondremos nosotros y deberán acatarlas con todas sus consecuencias.
 
 

En este punto me vienen a la memoria unas palabras de una eminente psicóloga a propósito de la relación entre padres e hijos: “En muchos casos, la convivencia se hace tan insoportable que es mejor señalarles la salida de nuestro hogar y que se busquen la vida como adultos que son, que someterse a sus chantajes, insensibilidad y egoísmo. De otro modo se apoderarán de tal forma de nuestras vidas que seremos esclavos de sus designios en nuestra propia casa y convertirán nuestras vidas en un infierno”.
 
Palabras que las suscribo enteramente. Aunque se nos parta el alma y parte de ella se vaya con ellos, si no nos mantenemos firmes ante los abusos de nuestros hijos y los apartamos de nuestro lado a tiempo, sus conductas ingratas y egoístas terminarán por hacer de nuestros hogares una continua batalla campal en donde pueden llegar a ocurrir cosas muy desagradables que lamentaremos durante el resto de nuestras vidas.
 

Marco Atilio











sábado, 19 de noviembre de 2011

Crisis, capacidad crítica y elecciones


Aprovechando que hemos llegado a la jornada de reflexión de la campaña electoral me gustaría reflexionar (y nunca mejor dicho) con todos vosotros.
 
A menudo uno tiene que procurarse información sobre determinados temas para poder hacerse una idea cabal de la realidad en la que vive. En este momento uno de los problemas más de moda (por desgracia) es el de la crisis económica.
 
Ahora que estamos a las puertas mismas de las elecciones, sería bueno confrontar ideas, tendencias y soluciones para salir del embrollo en que está metida la economía española. Nada mejor para ello que buscar información, sopesarla y decidir cuál de los remedios y de los argumentos que se proponen pueden ser correctos, independientemente de las corrientes políticas e ideas dogmáticas de individuos y partidos. Si se tiene capacidad crítica y no nos movemos por pasiones ni fanatismos, podemos analizar sosegadamente las diversas proposiciones, programas, ideas y medidas que nos plantean cada uno de los partidos políticos que se presentan a las elecciones y votar aquellas tendencias que más se ajusten a nuestra idea de justicia, de igualdad, de valores y, en general, todos aquellos pronunciamientos que más se acerquen a lo que nosotros pensamos y queremos. 
 
 

Pero de cualquier manera hace falta información, mucha información. Esta información debiera provenir de profesionales que no tengan ningún tipo de vinculación con partido político alguno, que nos hagan ver clara la realidad para saber en todo momento en qué verdaderos terrenos andamos; eminentes economistas que sean sensibles a luchar por un estado justo en donde a las personas se les permita vivir con dignidad. Que aporten ideas sensatas y viables para que sus razonamientos sean una especie de líneas maestras a seguir por políticos que de verdad quieran salir de la crisis sin masacrar a la gran mayoría de sus conciudadanos. Hay grandes economistas como Paul Krugman, premio Nobel de economía en 2008 que reflexiona sobre las medidas anticrisis de los gobiernos:
 
“Las recetas que los distintos gobiernos europeos han dado a la crisis es a todas luces equivocada, la consecuencia de su medicina es que el sufrimiento al que se enfrentan tantos de nuestros ciudadanos es innecesario. Si esta es una época de increíble dolor y de una sociedad mucho más dura, ha sido por elección. No tenía, ni tiene, por qué ser de esta manera.”
 
Algunos, como otro premio Nobel de economía, Joseph Stiglitz, opinan que:

“Los banqueros centrales terminan por ser incapaces de resolver los problemas que tienen que resolver, como ahora, antes y durante la crisis, como consecuencia de su ceguera ideológica. Leyendo continuamente solo aquello que ratifica sus ideas preconcebidas y sus esquemas ideológicos no pueden sino tomar una y otra vez medidas en el mismo sentido y que por ello es imposible que reaccionen con flexibilidad y modifiquen sus posiciones cuando la realidad está mostrando que lo que piensan y hacen es completamente inefectivo para conseguir los objetivos que dicen que quieren conseguir”.
 
Debemos alejarnos de aquellos políticos cuyo fanatismo y afán de poder lo único que harán será confundirnos y mentirnos con su verborrea hipnotizadora y demagógica pues el único fin que persiguen es el de apoltronarse durante los cuatro años que dure su mandato.
 
Nadie nace con unas determinadas ideas políticas, éstas se van adquiriendo a través de los años, como tampoco tiene uno que estar ligado a ninguna en concreto por el resto de su vida. Hay que ser crítico y tener capacidad crítica, y cambiar el sentido de nuestro voto cuando lo creamos oportuno, porque esa es una de las bondades que nos proporciona la democracia.

Marco Atilio













viernes, 18 de noviembre de 2011

El lado amargo de mi trabajo


Hace unos días, en el vestuario, cuando me disponía a comenzar mi jornada laboral, me encontré con el traumatólogo saliente de guardia. Le pregunté qué tal había ido la noche y me respondió que fatal. La verdad es que debió ser así a tenor del cansancio que se reflejaba en su rostro. Luego me dijo que tuvo que atender a un chico joven (21 años) que había sufrido un accidente de tráfico mientras conducía una moto. Que, entre otras lesiones mucho más graves, tenía luxada la cadera pero que tras ímprobos esfuerzos no consiguió reducirla.
 
Las otras lesiones de las que hablaba eran un fortísimo golpe en el pecho y que después de una larga intervención quirúrgica, los cirujanos tuvieron que extirparle el bazo, parte del páncreas, un riñón y una glándula suprarrenal.
 
A media mañana, lo trajeron de la UCI al quirófano para intentar reducirle la luxación de cadera. Lo consiguieron al fin.
 
Cuando lo trasladábamos de nuevo a la UCI, en el pasillo nos encontramos con su familia que esperaba con impaciencia. Su padre, llorando, lo tocó suavemente en el pecho mientras avanzábamos con la cama.
 
Hace dos días, nos enteramos que Mariano (así se llamaba el muchacho) había muerto. Por lo visto de una insuficiencia respiratoria consecuencia del golpe en el pecho. No voy a negar que la noticia me sorprendió, creía que, pese a su gravedad, acabaría superando el trance. Evidentemente me equivoqué.
 
Mis compañeros y yo nos acercamos a la UCI para interesarnos por el muchacho y en ese momento estaban adecentándolo para su traslado al mortuorio. Mientras tanto, fuera en el pasillo se vivían escenas de un dolor indescriptible. Su padre y su madre, abrazados, lloraban desconsoladamente entre gritos y suspiros desgarradores. Un auténtico drama que te helaba la sangre de las venas.
 
Estamos preparados para enterrar a nuestros padres, pero nunca para enterrar a nuestros hijos. Sobre todo, como en este caso, cuando la muerte los arranca de nuestro lado apenas han empezado a vivir.
 
La traidora parca, siempre acechante e imprevisible, se cruzó en el camino de un joven fuerte y robusto arrebatándole la vida y de paso, dejando en el alma de sus padres una profundísima herida que por muchos años que pasen jamás cicatrizará.
 
Descansa en paz Mariano. 

Marco Atilio









domingo, 13 de noviembre de 2011

La mejor recompensa


En el intricado maremágnum de pasillos, consultas, salas, dependencias, servicios y recovecos varios de un hospital, puede resultar una tarea ardua llegar a donde uno quiere ir, muy especialmente si no se conoce el edificio. 

Hace unos días, mientras esperaba el ascensor, me fijé en un matrimonio de edad que me pareció andaban un poco perdidos y que daba la impresión de no saber muy bien a dónde tenían que dirigirse, eran dos abuelillos entrañables de un pueblecito pequeño y serrano (lo sé porque luego me lo dirían). Me acerqué a ellos y les pregunté si podía ayudarles en algo, la mujer me entregó un papel en donde ponía que su marido estaba citado para realizarle un TAC. 



Les indiqué por dónde tenían que ir para llegar al lugar donde se le realizaría la prueba diagnóstica y, aunque escuchaban con atención mis explicaciones, enseguida me di cuenta que no se estaban enterando muy bien, por tanto decidí acompañarles yo mismo. 

-Vengan conmigo, yo les llevaré (les dije). 

Una mirada de alivio y de agradecimiento se reflejó en la cara de los dos ancianos. 

Cuando llegamos, los acompañé a la sala de espera y les dije que se sentaran mientras yo le entregaba la hoja de citación a la enfermera. Cuando volví, les indiqué que esperaran y que pronto los llamarían. 

La mujer me cogió la mano y con una mirada dulce y agradecida me dijo: 

-¡Que Dios te bendiga, hijo mío! ¡Muchísimas gracias! 

-No hay de qué abuelita, ha sido un placer (contesté). 

Mientras me alejaba pensé en la mirada bondadosa de la ancianita y en sus tiernas palabras, una recompensa que no tenía precio. Pensé en lo gratificante que resultaba a veces mi trabajo y rogué porque el resultado del TAC que le hicieran al abuelillo fuera completamente normal. 
 

Marco Atilio












sábado, 5 de noviembre de 2011

Mi sobrino y su Virgen de Gracia


Hace dos años y cuatro meses, un ser muy querido para mí, el hijo de una de mis hermanas, sufrió un derrame cerebral que estuvo a punto de arrancarle la vida con apenas 25 años. Estuvo rozando la muerte de la que se libró por puro milagro.
 
Este sobrino mío es un gran devoto de la Virgen de Gracia de Úbeda (Jaén). De hecho era costalero de dicha Virgen portándola y procesionándola todos los Lunes Santos hasta que le sobrevino la hemorragia cerebral a que me he referido anteriormente. 


Para él no existe la más mínima duda que su curación se debió a la intercesión de su amada Virgen de Gracia. La verdad es que estuvo tan cerca de la muerte y su recuperación ha sido tan extraordinaria que incluso yo he pensado a veces si no estuvo la mano de su Virgen detrás de todo ello.

 

Sea como fuere, lo cierto es que en más de una ocasión, mi sobrino me ha pedido que escriba alguna entrada sobre la Virgen de Gracia, yo, que tanto lo quiero, no puedo desoír su petición y a modo de homenaje le voy a dedicar estos dos poemas que escribí hace tiempo. 


El primero trata sobre las sensaciones, un tanto subjetivas, que se perciben la noche del Lunes Santo al ver procesionar la cofradía por las calles de Úbeda. El segundo es la historia de un milagro, que bien podría extrapolarse a lo acaecido a mi sobrino.
 
Sin más dilación, aquí os dejo estos dos poemas que, si no os importa, son un regalo para mi querido sobrino:
 

VIRGEN DE GRACIA

La noche del Lunes Santo,
al tronar de una llamada,
las puertas del templo se abren,
sale la Virgen de Gracia.
 
Al compás de costaleros,
entre vítores y palmas,
traspasada ya la puerta,
¡hasta el cielo la levantan!
 
Dos hileras de cofrades
por las calles la acompañan,
tambores y timbalinas
rompen el silencio y la calma.
 
La negra noche se llena
de suspiros y plegarias,
de luces y de misterio,
de perfumes y fragancias.
 
De músicas melancólicas,
de soledad y esperanza,
de olor a cera y a incienso,
de aroma de flores blancas.
 
De penitentes descalzos
que pidieron por su alma,
y llevan la penitencia
de las promesas lejanas.
 
Del sabor de una saeta
que resuena en la garganta,
manantial de sensaciones
que en el aire se derraman.
 
Con un aura de misterio
el trono en silencio pasa,
y arranca de lo más hondo
emociones y palabras;
 
palabras de amor que nacen
en el fondo de mi alma,
al ver pasar la Señora,
Nuestra Señora de Gracia.
 

PLEGARIA A LA VIRGEN DE GRACIA

Postrada de hinojos
Señora de Gracia,
ya estoy a tu lado
como esta mañana.

A pedirte vengo
con fe y esperanza,
remedio a un problema
que acucia mi alma,
y al que no le hallo
soluciones claras,
para que a mi vida
regrese la calma.

Mi niño pequeño
enfermo está en cama,
su infantil alegría
se fue de su cara,
sus ojos, muy tristes
me miran y hablan,
pidiéndome ayuda
y yo, destrozada,
no encuentro consuelo
que darle a su alma,
y lloro en silencio
perdida en la nada.

Al ver mi tristeza
ayer, mis hermanas,
dijeron que rece
a la Virgen de Gracia,
la que el Lunes Santo
caminan en andas,
por calles estrechas
poco iluminadas.

Por eso he venido
Señora de Gracia,
a llenar de flores
tu figura blanca
y a pedir que la dicha
regrese a mi casa.

¡Que vuelva a mi niño
su sonrisa clara!,
¡que vuelva a besarme
cuando despertaba
y diga mamá
con su voz de plata...!

Pasaron los días
y a las dos semanas,
para mi alegría
mi niño sanaba.

Volví a la Señora
y le di las gracias,
llevando a mi hijo
que ya caminaba.

¡Aquí está mi niño
Señora de Gracia,
le has dado la vida
que se le escapaba!

Miré a la Señora,
repetí las gracias,
de la alta torre
sonó la campana…

Entrando en el templo,
con alas de nácar,
una mariposa
revoloteaba.

¡Esta es la respuesta
pensé, a mis plegarias!,
alzando los ojos
a la Imagen Santa.

Y llegó hasta mí,
cual si me escuchara,
de flores hermosas,
la rica fragancia.

Marco Atilio







































































































































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