«¿Quién
puede votar a políticos y partidos corruptos?».
Y
me traslada a mí la cuestión:
«¿Tú
crees que alguien en su sano juicio puede votar a partidos o políticos
corruptos?».
Me
asombro ante su ingenuidad y le contesto...
«Por
supuesto que hay gente que vota corrupción. Es el poder que tiene la incultura
y también el fanatismo».
«¿Y
cuál es la solución para este aparente sinsentido?».
Me
encojo de hombros al no dar con la respuesta adecuada.
«Supongo
(digo) que cuanto más cultura haya en la población y menos fanatismo, este
sinsentido como dices, no se produciría».
Trato
de explicar la cuestión con el siguiente razonamiento.
«Disculpar
la corrupción es fruto de, por una parte la incultura, aunque eso puede
arreglarse. Pero también entra en juego el fanatismo, esa disfunción mental que
hace que veas solo y exclusivamente en una dirección, sin tener en cuenta otras
opciones. Y todo eso a pesar de las evidentes malas praxis de tus opciones
políticas preferidas. El fanatismo es difícil de combatir, porque se implanta
en la psique humana tras años de lavado de cerebro, proveniente de los círculos
en que se mueven las personas. Solo las mentes equilibradas, con gran capacidad
y pensamiento críticos, sabrán discernir lo correcto de lo que no lo es. Sabrán
diferenciar lo honesto de lo corrupto. Por desgracia eso falta, y mucho, en
nuestra sociedad y, en consecuencia, la disculpa de la corrupción cobra su
“lógica”».
«Puede
que por ahí vayan “los tiros”».
«¿Y
no será que en el fondo, una gran parte de la sociedad, por distintos motivos,
sea corrupta? No olvides que nuestros políticos emanan de la sociedad que los
vota».
Un
razonamiento el de mi amigo, que no deja de ser una opción plausible en nuestra
búsqueda de las causas por las que se vota corruptos.
En
fin… un tema peliagudo de difícil explicación.