BIENVENIDOS A YUMYS GALAXY, EL RINCÓN DE F.J.M. (MARCO ATILIO).

jueves, 21 de marzo de 2024

Incultura política

 

El espectáculo que un día sí y otro también están dando nuestros políticos actuales es simplemente bochornoso. ¡Qué poco nivel moral, intelectual y político demuestran!

Sin argumentos, sin razonamientos…, sin gracia, campan por el Congreso de los Diputados, por el Senado  y por los diversos parlamentos autonómicos las diatribas de «cuatro incultos» con poquísima educación y con muy baja catadura moral. Con una perorata ya manida, más propia de analfabetos, con discursos tan «brillantes» como aquello del… «y tú más», a falta de argumentos más convincentes.

¿Dónde está la erudición de otras épocas? ¿Dónde están la clase en el comportamiento que se le supone a un servidor público?

Antes subían al estrado políticos de cualquier ideología y sentaban cátedra con sus discursos. Se notaba su cultura y su preparación con solo pronunciar la primera palabra. Con un manejo del verbo docto y ágil, con una fina ironía en la oratoria que encandilaba y que hasta a la oposición le daba ganas de aplaudir. Puedo citar algunos ejemplos: Enrique Tierno Galván, Julio Anguita, José Antonio Labordeta, incluso Felipe González, Adolfo Suárez y aún incluso, Manuel Fraga con sus juegos de prestidigitación dialéctica. Y no digamos de dos monstruos de la oratoria en los tiempos de la Segunda República española como fueron Niceto Alcalá Zamora o Manuel Azaña, uno liberal y otro progresista respectivamente.

Ahora suben al estrado políticos descerebrados, más parecidos a rucios orejigachos, y largan un discurso simplón, sin gracia, insultante, chulesco, barriobajero, populista y brabucón. Un discurso que aplauden a rabiar sus acólitos hasta hacerse daño en las manos. ¡Menuda ralea idiotizada! ¡Increíble!

Unos políticos sin la menor capacidad para alcanzar acuerdos, unos políticos incultos y desabridos. Me pregunto de dónde habrán salido estos jumentos, capaces de embarrar tanto la política que dan ganas de mandarlos a todos en una nave espacial a los confines del universo sin billete de vuelta. Es lo que merecen por incultos, por ineptos y por…, por…, ¡por ruchos analfabetos!

miércoles, 13 de marzo de 2024

Morir a los 54

 A modo de introducción:

Puede que el número 54 tenga alguna connotación especial, puede que probablemente no la tenga y todo sea fruto de la casualidad. Lo cierto es que la muerte se ha llevado a dos compañeros y amigos muy queridos por mí. Y también, hace pocos días, la parca arrebató al marido de una gran compañera y amiga. Todos ellos nos han dejado a la edad de 54 años. Es curioso pero es así y se me ha pasado por la cabeza si ese número, en relación con la muerte, tenga algún significado oculto, aunque pronto he desechado esa idea y pienso que todo es fruto de la casualidad.

Sea como fuere, se me ha ocurrido, a modo de homenaje, dedicarles lo que leeréis a continuación. Se trata de lo que sentiría alguien cuando muere a esa temprana edad, por supuesto siempre bajo mi punto de vista. Está basado en lo que escribí con la triste ocasión de la muerte de mi compañera y amiga Pilar, fallecida en 2018 cuando contaba, ¿cómo no?, 54 años. Es por eso que la narración está hecha desde la  perspectiva de una mujer, aunque perfectamente extrapolable a cualquier persona sea hombre o mujer. Me basé para escribir aquello en un viejo poema que escribí tras el fallecimiento de mi suegro allá por 2003.

En fin, aquí tenéis lo que en su día dediqué a mi compañera Pilar con algunas modificaciones. En esta ocasión lo he titulado «Morir a los 54»:

A la memoria de mi compañera y amiga Pilar Suárez,

de mi amigo y compañero Antonio Tejero y del marido

de mi querida compañera y amiga Antonia Collado.

Se apagan las risas de los niños, y el canto de los pájaros. El sol de la primavera ya no calienta. El silencio, poco a poco.

Quisiera gritar y no puedo. ¿Qué me pasa? Me siento extraña… y sola, terriblemente sola.

Siento como si no hubiera lluvia, como si no hubiera viento, como si no hubiera sol, ni árboles, ni montañas… Como si no hubiera nada, como si nada existiera.

¿Dónde están mis hijos? ¿Y mi marido? ¿Por qué lloran? ¿Por qué lloran todos?

Poco a poco el silencio.

¡Y esta terrible soledad! ¡Y el frío, siento mucho frío! Y todo es oscuridad, una oscuridad terrible y arrebatadora. Empiezo a sentir miedo. Y es que… ¿por qué no puedo moverme?

Me gustaría saber qué está pasando, ¿por qué siento este vacío?

Yo quiero ver a mis hijos, a mi marido, a mi familia, a mis compañeros y compañeras... Pero no puedo, todo es oscuridad.

¡Tengo tantas preguntas! ¡Necesito tantas respuestas!

Silencio, todo es silencio…

No, ahora no, de repente empiezo a comprender. Ahora vienen las repuestas. Como una luz vienen a mí, a mi ser… ¡A mi alma!

¡Mi vida se ha acabado!

¡Dios mío!

¡Si solo tengo 54 años y aún tantas cosas por hacer!

Yo no quería morir tan bruscamente, no, no quería…, no tan pronto.

No…, por mis hijos. No…, por mi marido.

He luchado por la vida con todas mis fuerzas pero no he podido vencer…

¡A la muerte!

¡Dios mío!, ¡Dios mío!

Sin embargo… Ahora ya no hay dolor y sí mucha paz.

Paz, tranquilidad, sosiego… por todas partes.

Sorprendentemente me siento bien, incluso no estoy triste. ¿Debería estarlo?

Sé que algún día los veré de nuevo, no sé por qué lo sé, pero lo sé. Por eso no estoy triste.

Y todo el amor que me llevo… de mis hijos, de mi marido, de mi familia, de mis compañeras y compañeros... me reconforta.

Quisiera gritarles que no tengan pesar por mí. Lo hago, lo estoy haciendo pero…

No me oyen.

¡Lástima!

Decirles que los echaré de menos, pero que nos volveremos a ver... algún día.

Mientras, todo se diluye y se desvanece; solo queda el silencio… el silencio… solo el silencio… ¡y la esperanza!

miércoles, 6 de marzo de 2024

Agravios injustificados

 

A lo largo de mi vida he recibido muchos agravios injustificados, tales como injurias, calumnias, ironías malintencionadas, han dejado de hablarme sin motivo, me han levantado falsos testimonios, me han insultado gravemente, han traicionado mi confianza, han intentado manejar mi vida… Y todo sin haber dado motivo para ello, al menos que yo sepa.

Pues sí, mis ya largos años han dado para todo eso y para otras cuestiones igual de feas.

¿Y todo por qué? Pues básicamente, y en la mayoría de los casos, por envidia y por celos de ser mejor que esas pobres personillas, con tan baja catadura moral que con su rastrero proceder se han retratado convenientemente a sí mismas.

Supongo que a muchas personas les habrá pasado lo mismo cuando, como yo, han recorrido un largo camino de existencia. Y es que 65 años dan para mucho bueno y también para mucho malo. Y lo malo proviene en muchas ocasiones del hecho de que no siempre se rodea uno de las personas adecuadas, en fin…

Todo en la vida requiere de un aprendizaje y cruzar el océano de la vida misma no iba a ser la excepción. Afortunadamente soy lo suficientemente fuerte para que todos esos avatares sufridos en mi singladura no me hayan afectado en demasía, lo que sí han conseguido es hacerme mucho más resistente a las olas de la sinrazón… y por ende, probablemente más sabio.

viernes, 1 de marzo de 2024

Resistencia al dolor mujeres vs hombres

 

Yo, que he trabajado durante muchos años en el servicio de quirófanos de un hospital y he contemplado infinidad de veces el grado de resistencia al dolor (me refiero al dolor físico) y la manera de afrontarlo que tienen los hombres y las mujeres, puedo decir que, según mi experiencia, las mujeres, en general, nos ganan por goleada en lo que se refiere a su resistencia al dolor y a su manera, mucho más eficiente, de gestionarlo. Y esto, en mi opinión, es una verdad prácticamente axiomática.

Lo ilustro con un ejemplo: «Si los hombres tuvieran que parir, la humanidad hacía tiempo que se habría extinguido». Creedme que no voy muy descaminado.

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