Desde
que fuera inaugurada el 17 de junio de
1931, solo 10 toreros han
conseguido cortar las dos orejas y el rabo en la plaza de toros de Las Ventas de Madrid. Y es que, como bien se
sabe, el público del coso madrileño es excepcionalmente exigente y no otorga
sus favores de manera fácil.
El
último de los espadas que alcanzó tan alto honor lo logró el 22 de mayo de 1972, hace 51 años. Desde
entonces nadie ha conseguido tal hazaña.
Juan Belmonte
El
primero en hacerlo fue Juan Belmonte,
apodado «El Pasmo de Triana», el 21 de octubre de 1934. Cortó las dos
orejas y el rabo de un ejemplar del hierro murubeño de Carmen de Federico llamado «Desertor».
Un año después cortó los mismos trofeos a un toro de Coquilla en la que fue su última corrida en Las Ventas.
Juan
Belmonte está considerado, junto a Joselito
«El Gallo», como el fundador del toreo moderno. Su rivalidad profesional
con Joselito (y sin embargo amigo) fue mítica.
Marcial Lalanda
Marcial Lalanda cortó dos
orejas y rabo en Las Ventas el 28 de
octubre de 1934 a un toro de la ganadería de Juan Terrones en la corrida de confirmación de alternativa del
diestro gaditano Pepe Gallardo.
De
la labor en esa corrida de Marcial Lalanda se destacó en el periódico ABC: «En
tiempos en los que hay tanto torero manco de la mano izquierda, nos gusta ver
que hay algunos que la usan».
Manolo Bienvenida
El
2 de junio de 1935, Manuel Mejías
Jiménez (Manolo Bienvenida), hijo
del torero Manuel Mejías Rapela,
apodado «El Papa Negro», y hermano
de Ángel Luis, Antonio, José, Juan y
Rafael, todos ellos también toreros, cortó las dos orejas y el rabo tras
una maravillosa faena llena de arte que arrancó del público grandes ovaciones.
Manolo
Bienvenida repetiría trofeos en Las Ventas en junio de 1936 con ocasión de la corrida del Montepío con un toro de Sánchez Fabrés en un mano a mano con el gran torero toledano Domingo Ortega.
Alfredo Corrochano
El
22 de septiembre de 1935, en la
misma corrida en la que se despidió Juan
Belmonte, que también cortó un rabo, Alfredo
Corrochano consiguió las dos orejas y el rabo a un toro de Coquilla, ganadería propiedad del ganadero salmantino Francisco Sánchez de Coquilla, tras una
monumental faena en la que el torero madrileño dio un recital por naturales.
Alfredo
Corrochano era hijo del histórico crítico taurino del periódico ABC Gregorio Corrochano y amigo del torero Ignacio Sánchez Mejías y del poeta Federico García Lorca.
Curro Caro
El
29 de septiembre de 1935 el torero
madrileño Francisco Martín Caro (Curro
Caro), cortó las dos orejas y el rabo a un toro de la ganadería de Fermín Martín Alonso en la plaza de
toros de Las Ventas en una tarde en la que compartió cartel con Lorenzo Garza, que cortaría otras dos
orejas y rabo, Nicanor Villalta y Fernando Domínguez. Curro Caro era
hermano de otros dos toreros: Juan
Martín-Caro «Chiquito de la Audiencia» y Antonio Caro.
José María de
Cossío
dijo de Curro Caro que era «el torero de seda y cristal» por su
fino y esmerado estilo.
Lorenzo Garza
El
mexicano Lorenzo Garza se alzó con
los máximos trofeos en Las Ventas el 29
de septiembre de 1935, la misma tarde en que los consiguiera Curro Caro. Cortó las dos orejas y el
rabo del toro «Guitarrero», de la
ganadería de Fermín Martín Alonso.
A
Lorenzo Garza se le conoció como «Lorenzo
el Magnífico» por su calidad en el toreo. El crítico taurino José Luis Suárez-Guanes dijo del torero
mexicano que era «la plenitud del pase al natural».
Sin
embargo, también se le conocería como «El
ave de las Tempestades» por sus escándalos en el ruedo.
Domingo Ortega
Después
de tres años de ausencia debido a la Guerra Civil, el 24 de mayo de 1939 volvían los toros a la plaza de Las Ventas. Fue
en la llamada «Corrida de la Victoria»
en donde, obviamente, se exhibían infinidad de símbolos franquistas.
En
esa corrida, Domingo Ortega cortó
dos orejas y rabo al cuarto toro de la tarde de la ganadería de Antonio Pérez Tabernero. Según la
crónica de Giraldillo para ABC, el
toledano Domingo Ortega comenzó con «cinco verónicas suaves y una faena de
muleta, comenzada con uno por alto, que fue aumentando en valor a cada pase».
Cuentan
del maestro Ortega, nacido en Borox
(Toledo), que fue un torero poderosísimo, de los contadísimos que a lo
largo de toda la historia de la tauromaquia han dominado a los toros con que se
enfrentaba, por muy duros y difíciles que fuesen.
El
periodista Néstor Luján dijo que Domingo Ortega era […] «el lidiador por excelencia» […]
«el temple, el alarde, el pisarle su espacio al toro con muy seca malicia. Esto
trajo Ortega al toreo».
Vicente Barrera Cambra
En
la misma «Corrida de La Victoria»
del 24 de mayo de 1939, el
valenciano Vicente Barrera Cambra,
abuelo del también torero Vicente
Barrera Simó, cortó dos orejas y rabo al segundo toro de la tarde de la
ganadería de Concha y Sierra tras
una faena «eficaz y de dominio».
Vicente Barrera
Cambra fue un virtuoso del descabello, el matador valenciano no le concedía a
la espada mayor importancia, porque luego remataba con el verduguillo con una
seguridad pasmosa. No en balde ha pasado a la historia como «El rey del descabello». Fue un torero
además muy variado con el capote y dominador con la muleta, seguro y completo.
Pepe Bienvenida
Tal
como hiciera su hermano Manolo en 1935, José Mejías Jiménez (Pepe Bienvenida) también cortó las dos
orejas y el rabo en la plaza de toros de Las Ventas. Sucedió en la famosa «Corrida de la Victoria» del 39 donde también
triunfaran Domingo Ortega y Vicente Barrera. Pepe Bienvenida, le
cortó los trofeos al quinto toro de la tarde, un astado de la ganadería de Sánchez Fabrés. Dicen las crónicas que
esa tarde en Las Ventas, antes de la faena del torero madrileño, reinó ese
silencio casi sepulcral que se produce en las plazas cuando se presiente una
faena apoteósica. Y no fue para menos, Pepe Bienvenida realizó una faena
primorosa de principio a fin. Ya se lució en el tercio de banderillas con tres
estupendos pares llenos de arte y valor. Manejó con alegría y variedad el
capote, con seguridad la muleta y con contundencia la espada, matando al
morlaco de una certera estocada.
Pepe
Bienvenida fue un excelente torero con excelentes cualidades al que, sin
embargo, le faltó constancia. Pero la apatía y la desgana cortó muchas veces
sus triunfos.
Se
retiró del toreo el 3 de octubre de
1957, en Úbeda, alternando con sus hermanos Antonio Bienvenida y Juan
en la lidia de toros de Julio Morales
Hermanos.
Sebastián Palomo Linares
El
último en conquistar las dos orejas y el rabo en la plaza de toros de Las
Ventas fue Sebastián Palomo Linares el
22 de mayo de 1972, en la duodécima corrida de la Feria de San Isidro, compartiendo cartel con Andrés Vázquez y Curro
Rivera. Lo hizo a un toro de la ganadería de Atanasio Fernández de nombre «Cigarrón»,
negro meano, marcado con el número 21 y con 566 kilos.
En
el diario Pueblo describían la faena del diestro de Linares como «larga,
templada y limpia». Palomo se entregó con ilusión en una verdadera orgía de
pases despaciosos con el público entregado y enfervorecido».
José Luis
Suárez-Guanes
en su libro Madrid-Cátedra del toreo
describe la faena de Palomo Linares: «Palomo torea forzado a la verónica y se le
jalea con estrépito, pues el público está embalado. Con la muleta sale a
remachar el triunfo. A conquistar definitivamente al público madrileño.
Enrabietado, pero con calmosa tranquilidad, desgrana una faena antológica.
Torea de rodillas de una forma portentosa. Son redondos ligados, templados, sin
solución de continuidad, ganando terreno a cada pase para desembocar, de dentro
afuera, en terrenos más centrales…»
La
crónica de la revista El Ruedo
describe el momento en que Palomo entra a matar: «Se perfiló en corto, citó a
recibir, pero Cigarrón no fue al encuentro; entonces Sebastián se tiró a matar
o a dejarse coger y del encuentro en que dejó media estocada salió prendido por
el muslo y levantado en el aire mientras él no abandonaba su ardida empresa».
Hubo
polémica y división de opiniones en cuanto a la concesión del rabo a Palomo
Linares, es más, al presidente de Las Ventas, Antonio Pangua, le costó el puesto tras los ataques de los más
puristas por, supuestamente, «profanar»
la catedral del toreo.
En
cualquier caso, nadie puede discutir que aquella tarde, Palomo Linares estuvo
magnífico, digan lo que digan los puristas, y cortó el rabo de forma totalmente
justa.
Corrida de la Victoria
Corrida de la Victoria
En
la célebre «Corrida de la Victoria» del
24 de mayo de 1939, a la cual me he referido varias veces y en la que hasta
tres toreros consiguieron cortar orejas y rabo, se lidiaron 7 toros de distintas ganaderías ya que, debido la
Guerra Civil, las ganaderías quedaron casi destruidas durante el conflicto
bélico. Por orden de cartel los toros correspondieron a los espadas: 1 Marcial Lalanda (ganadería de Carmen Federico), 2 Vicente Barrera Cambra (de Concha y Sierra), 3 Pepe Amorós (de Pablo Romero), 4 Domingo
Ortega (de Antonio Pérez Tabernero),
5 Pepe Bienvenida (de Sánchez Fabrés), 6 Luis Gómez «El Estudiante»
(del Marqués de Villamarta) y 7 Antonio Cañero [rejoneador] (de Rafael Lamamie de Clairac).
La
música sonó en la faena de Marcial
Lalanda, pero no en la faena de Domingo
Ortega y sus partidarios se enfadaron mucho. Hubo una extraordinaria
bronca. Para evitarlas en lo sucesivo, el
Gobernador Civil ordenó que la música no tocara en las faenas. Y desde
entonces viene la costumbre de que no suene la música en Madrid durante la
faena de muleta.