¿Cómo es posible que leyendo estas palabras de Jesús, haya gentes, muy apegadas a la Iglesia, que despotrican de los inmigrantes y de la inmigración; de personas que vienen a España para no morirse de hambre, en pos de una vida mejor, en busca de la oportunidad que se les niega en sus países de origen?
Esos inmigrantes lo único que encontrarán por parte de esas gentes intolerantes, excluyentes e hipócritas será odio, rechazo y marginación. Luego, con una hipocresía sin límites, esas gentes acaso acudirán a la iglesia a darse golpes de pecho o irán acompañando a un paso de Semana Santa. ¡Qué pena!
«¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque dais la décima parte de vuestras especias: la menta, el anís y el comino y dejáis lo más importante de la ley: la justicia, la misericordia y la fe. Esto era necesario hacer, sin dejar de hacer aquello.
¡Guías ciegos, que coláis el mosquito, y tragáis el camello!
¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque limpiáis lo de fuera del vaso y del plato, pero por dentro estáis llenos de robo y de injusticia.
¡Fariseo ciego! Limpia primero lo de dentro del vaso y del plato, para que también lo de fuera sea limpio.
¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque sois semejantes a sepulcros blanqueados, que por fuera se muestran hermosos, mas por dentro están llenos de huesos de muertos y de toda inmundicia.
Así también vosotros por fuera os mostráis justos a los hombres, pero por dentro estáis llenos de hipocresía e iniquidad». (Mateo, 23, 23-28)