A
veces yo mismo me sorprendo de las cosas que puedo llegar a decir y/o escribir.
Cosas surrealistas que me provocan una sonrisa y
acaso una expresión de asombro.
Tengo varios ejemplos de ello pero el más reciente es este mensaje de whatsapp que le escribí a Isabel mientras la aplicación permanecía colgada hace unas cuantas fechas. Se lo escribí para que cuando la aplicación volviera a estar operativa pudiera leer esta perorata grouchiana en mi noble intento de arrancarle una sonrisa. Le escribí lo siguiente:
«¡Oh esposa mía! Estamos desguasados, así que este mensaje te llegará luego…, después…, más tarde.
¡Oh mi esposa adorada! ¡Quisiera decirte tantas cosas que no sé por dónde empezar! Y como no sé por dónde empezar pues… mejor no empezar. Te lo diré más tarde, cuando tenga tiempo, cuando sepa por dónde empezar.
Lo siento amor mío que no sepa por dónde empezar. ¿Lo sabré algún día?
¡Sí y mil veces sí!
Es que uno ya piensa más despacio, compréndelo bollete tierno.
¡Voto a Dios que sois osada!
Bueno, no te lo tendré en cuenta mi tierna corderuela.
¡Adiós, adiós! No te apenes mi pequeña mariquita. Volveré a volar junto a tu grácil figurilla.
Bye bye mi tiernecito croissant. Cuando volvamos a tener guásah te diré todo lo que ahora no me sale.
¡Es que no me acuerdo de lo que tengo que decir cervatuela!
¡Y yo qué culpa tengo!
¡Adiós, adiós!
¡Arrivederci!».
En fin… sin comentarios.