BIENVENIDOS A YUMYS GALAXY, EL RINCÓN DE F.J.M. (MARCO ATILIO).

domingo, 21 de junio de 2015

Camino equivocado

 droga 2
Hace unos días me crucé con los padres, ya muy viejitos, de un amigo que tuve allá por mis años adolescentes. Crucé algunas palabras con ellos y recordamos juntos un terrible episodio que marcó para siempre la vida de aquellos dos ancianos.
 
Mi amigo Cabrera… ¡Dios mío!, ni siquiera recuerdo su nombre… Paco, sí, Paco Cabrera, ese era su nombre, aunque yo siempre lo llamaba por su apellido. Un querido e íntimo amigo que cayó en las redes de la cocaína. Un muchacho que lo tenía todo. Sus padres eran vaqueros y poseían algunas tierras, así que económicamente no padecían necesidades en absoluto. Mi amigo salía con una chavalita de 16 años preciosa, con la que todavía me relaciono. Él estudiaba arquitectura con muy buenas notas... en fin, un buen tío, agradable, alegre y dicharachero.
 
Todo lo perdió por culpa de su flirteo con la droga a la que no supo decirle no. Yo sí que supe porque también podía haber tomado ese camino que me ofrecieron del mismo modo y en las mismas circunstancias que a él. Y debo decir y así me consta, que sus padres eran y son personas honradas, honestas y con buenos valores que supongo trasladarían a mi amigo. ¿Por qué Cabrera eligió el camino equivocado? Quién sabe. Probablemente fuera por su poco acertado juicio a la hora de analizar el peligro, o porque quizá no tuviera una personalidad emocional lo bastante fuerte… Lo cierto es que perdí a mi amigo y lo más triste es que pude ver su progresivo deterioro físico y mental hasta su muerte acaecida a los 29 años por una sobredosis.
 
Cuando somos jóvenes somos irresponsables e irreflexivos. Los peligros en los que te puedes zambullir están tan cerca que hace falta tener las cosas muy claras y unos valores bien definidos para cruzar indemne esos mares tormentosos.
 
Las causas de por qué se toman esas equivocadas decisiones en la vida deben ser bastante complejas. Supongo que una de ellas es que no todos tenemos la misma capacidad emocional para saber lo que nos conviene en cada caso, aunque hayamos recibido la misma educación.
 
En fin, la psique humana resulta complicada y enrevesada, ahí quizá esté la respuesta.
 
De cualquier manera lo que le pasó a mi amigo Paco Cabrera es la cruda realidad de un problema que padecen muchas personas y muchas familias para su desgracia.
 
Ahora solo me queda el recuerdo de mi amigo, de su sonrisa y de su humor. Su buena estrella se apagó el día en que eligió el camino equivocado sumergiéndose en un mundo tenebroso y oscuro del que no consiguió salir.
 
Aunque me esfuerzo en recordarla, su imagen viene a mi memoria distorsionada y neblinosa por la losa que supone el paso de los muchos años. Ni siquiera tengo una fotografía de él.
 
En fin querido Cabrera, querido Paco Cabrera. Descansa en paz allá donde quiera que te encuentres.
 
Descansa en paz… querido amigo.

Marco Atilio

domingo, 14 de junio de 2015

El pescador y el pez dorado

Pescador
Hace unos días, un anestesista del hospital en donde trabajo, rauf Khaliulin, compañero y amigo a la vez que buen profesional y buena persona, me contó un cuento que yo no había oído nunca y que dijo pertenecía al folclore popular ruso, rauf es de Rusia como habréis podido adivinar por el nombre.
 
Este cuento lo tituló rauf el pescador y el barreño roto o el cubo roto, no recuerdo bien. La verdad es que me gustó el cuento, a cuya lectura y conclusión se le puede aplicar un conocido refrán español, aquel que dice: “La avaricia rompe el saco”. Pensé que podía publicarlo en el blog e indagué sobre él en Internet:
 
Resulta que el dicho cuento efectivamente, es un cuento popular ruso, típico de la tradición oral eslava y que recogieron de manera escrita diversos autores rusos como Aleksandr N. Afanásiev o Aleksandr S. Pushkin. Como también lo hicieron en Centroeuropa los famosísimos Hermanos Grimm, por ejemplo.
 
En realidad el cuento se titula “El pescador y el pez dorado” y la versión que sigue a continuación es la que hizo el poeta, novelista y dramaturgo ruso Aleksandr Serguéyevich Pushkin. El cuento es el siguiente:

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