BIENVENIDOS A YUMYS GALAXY, EL RINCÓN DE F.J.M. (MARCO ATILIO).

jueves, 25 de mayo de 2023

Hablando sobre Vinicius y el racismo

 

Lo que ha tenido que soportar Vinicius Jr. (espero que ya no tanto desde lo que pasó en Valencia) en los campos de fútbol españoles desde que es jugador del Real Madrid es inhumano. Se les debería caer la cara de vergüenza a todos los que directa o indirectamente han sido responsables. Y todo de forma prácticamente gratuita hasta ahora. Ha tenido que rebelarse ante los insultos racistas para que al fútbol español y a la justicia española, le salgan a relucir sus limitaciones y sus vergüenzas.  Una justicia intolerablemente laxa y permisiva ante estas actitudes deleznables.

Vinicius Jr. como jugador, es un fuera de serie, nadie en el mundo salvo quizá Mbapé, es más desbordante que el brasileño. Por esa cualidad que atesora, los defensas rivales le han «cosido» a patadas, única forma de pararle. Los árbitros tampoco han sabido, o no han querido, atajar esta «violencia» contra el jugador madridista lo que indignaba a Vinicius, una persona de sangre caliente que se dejaba imbuir por ese juego sucio con protestas que enardecían a los aficionados del equipo rival, que respondían insultándole. Y el brasileño, lejos de amedrentarse, se encaraba con la afición rival en muchas ocasiones, lo que acrecentaba más los insultos. Más o menos es la radiografía de todo lo que rodea a Vinicius Jr. cuando el Madrid visita los distintos estadios de fútbol de los equipos rivales en la Liga Española.

¿Es responsable Vinicius de los insultos que recibe en cada partido que el Madrid juega fuera? ¡Por supuesto que no! Vinicius es la víctima de una sociedad demasiado cercana a la intolerancia y al racismo, que puede que la sociedad española no sea racista en general, pero hay muchos racistas dentro de ella.

Hay jugadores como Vinicius o en su día Cristiano Ronaldo, que no despiertan simpatías en las aficiones rivales, quizá porque son muy buenos. O quizá porque no se amedrentan ante los insultos y las injusticias y se enfrentan a ellas sin complejos. La verdad es que merecen la mayor de las consideraciones porque son personas luchadoras e irreductibles. ¡Bravo por ellos!

Algunas personas (por llamarlas de alguna manera), cuando asisten a un estadio de fútbol, sacan a flote toda la rabia, el odio, la ira y la intolerancia contenida en sus miserables vidas; como si un estadio de fútbol fuera el marco ideal para descargar su triste y patética frustración vital y su incivismo más sonrojante. No van a animar a su equipo, sino a insultar y denigrar al contrario. Y no son pocos los individuos que obran de este modo, tristemente son muchos, lamentablemente más de los que nos gustaría.

Todos los insultos son repudiables pero son especialmente repugnantes cuando se insulta por motivos de raza, orientación sexual o sexo. Así que, los insultos racistas que recibió Vinicius Jr. en el partido contra el Valencia son eso, repugnantes. Ojalá todo el peso de la ley recaiga sobre los culpables y podamos erradicar a esta ralea que envilece cualquier sociedad por muy avanzada que pueda estar.

Personalmente me repugnan los insultos racistas, o de cualquier otra índole, en los campos de fútbol o en cualquier otro lugar. Estos insultos proferidos por gente intolerante, fanática, radical y extremista, sintiéndose impunes amparados en la masa, son propios de la más baja catadura moral y de la más repulsiva falta de educación que puedan tener las personas.

«El racismo, la xenofobia, la homofobia, la intolerancia…, son manifestaciones propias de gente menor, atrapada en su ignorancia, sus limitaciones y sus complejos».

Pero no nos asombremos, esto forma parte del ADN del ser humano, porque, en general, somos intolerantes y tendemos a odiar lo diferente o aquello que nuestra retorcida mente no encaja con nuestros equivocados principios morales. Y por supuesto, tendemos a considerar inferiores a las personas por razón de su raza, sobre todo de raza negra. Así de maquiavélica es la mente humana.

Insultamos a las personas por su sexo, por su religión, por sus ideas políticas, por sus opiniones, por sus formas de vestir, por su raza…, y lo hacemos para causarles el mayor daño posible. La verdad es que los seres humanos somos auténticas «joyas».

Dijo Jesús en la Última Cena a sus discípulos: «Os doy un mandamiento nuevo: que os améis unos a otros; como yo os he amado». Ja, ja, ja, permitidme que me ría. Y no porque las palabras que pronunciara Jesús no sean bonitas, son preciosas y muy didácticas. Sin embargo, ¡qué poco caso hemos hecho a sus enseñanzas! A lo mejor es que Él no sabía a qué clase de gentuza estaba tratando de inculcar sus ideas… a lo mejor.

¡Qué pena!


sábado, 20 de mayo de 2023

Dos orejas y rabo

 

Desde que fuera inaugurada el 17 de junio de 1931, solo 10 toreros han conseguido cortar las dos orejas y el rabo en la plaza de toros de Las Ventas de Madrid. Y es que, como bien se sabe, el público del coso madrileño es excepcionalmente exigente y no otorga sus favores de manera fácil.

El último de los espadas que alcanzó tan alto honor lo logró el 22 de mayo de 1972, hace 51 años. Desde entonces nadie ha conseguido tal hazaña.

Juan Belmonte

El primero en hacerlo fue Juan Belmonte, apodado «El Pasmo de Triana», el 21 de octubre de 1934. Cortó las dos orejas y el rabo de un ejemplar del hierro murubeño de Carmen de Federico llamado «Desertor». Un año después cortó los mismos trofeos a un toro de Coquilla en la que fue su última corrida en Las Ventas.

Juan Belmonte está considerado, junto a Joselito «El Gallo», como el fundador del toreo moderno. Su rivalidad profesional con Joselito (y sin embargo amigo) fue mítica.

Marcial Lalanda

Marcial Lalanda cortó dos orejas y rabo en Las Ventas el 28 de octubre de 1934 a un toro de la ganadería de Juan Terrones en la corrida de confirmación de alternativa del diestro gaditano Pepe Gallardo.

De la labor en esa corrida de Marcial Lalanda se destacó en el periódico ABC: «En tiempos en los que hay tanto torero manco de la mano izquierda, nos gusta ver que hay algunos que la usan».

Manolo Bienvenida

El 2 de junio de 1935, Manuel Mejías Jiménez (Manolo Bienvenida), hijo del torero Manuel Mejías Rapela, apodado «El Papa Negro», y hermano de Ángel Luis, Antonio, José, Juan y Rafael, todos ellos también toreros, cortó las dos orejas y el rabo tras una maravillosa faena llena de arte que arrancó del público grandes ovaciones.

Manolo Bienvenida repetiría trofeos en Las Ventas en junio de 1936 con ocasión de la corrida del Montepío con un toro de Sánchez Fabrés en un mano a mano con el gran torero toledano Domingo Ortega.

Alfredo Corrochano

El 22 de septiembre de 1935, en la misma corrida en la que se despidió Juan Belmonte, que también cortó un rabo, Alfredo Corrochano consiguió las dos orejas y el rabo a un toro de Coquilla, ganadería propiedad del ganadero salmantino Francisco Sánchez de Coquilla, tras una monumental faena en la que el torero madrileño dio un recital por naturales.

Alfredo Corrochano era hijo del histórico crítico taurino del periódico ABC Gregorio Corrochano y amigo del torero Ignacio Sánchez Mejías y del poeta Federico García Lorca.

Curro Caro

El 29 de septiembre de 1935 el torero madrileño Francisco Martín Caro (Curro Caro), cortó las dos orejas y el rabo a un toro de la ganadería de Fermín Martín Alonso en la plaza de toros de Las Ventas en una tarde en la que compartió cartel con Lorenzo Garza, que cortaría otras dos orejas y rabo, Nicanor Villalta y Fernando Domínguez. Curro Caro era hermano de otros dos toreros: Juan Martín-Caro «Chiquito de la Audiencia» y Antonio Caro.

José María de Cossío dijo de Curro Caro que era «el torero de seda y cristal» por su fino y esmerado estilo.

Lorenzo Garza

El mexicano Lorenzo Garza se alzó con los máximos trofeos en Las Ventas el 29 de septiembre de 1935, la misma tarde en que los consiguiera Curro Caro. Cortó las dos orejas y el rabo del toro «Guitarrero», de la ganadería de Fermín Martín Alonso.

A Lorenzo Garza se le conoció como «Lorenzo el Magnífico» por su calidad en el toreo. El crítico taurino José Luis Suárez-Guanes dijo del torero mexicano que era «la plenitud del pase al natural».

Sin embargo, también se le conocería como «El ave de las Tempestades» por sus escándalos en el ruedo.

Domingo Ortega

Después de tres años de ausencia debido a la Guerra Civil, el 24 de mayo de 1939 volvían los toros a la plaza de Las Ventas. Fue en la llamada «Corrida de la Victoria» en donde, obviamente, se exhibían infinidad de símbolos franquistas.

En esa corrida, Domingo Ortega cortó dos orejas y rabo al cuarto toro de la tarde de la ganadería de Antonio Pérez Tabernero. Según la crónica de Giraldillo para ABC, el toledano Domingo Ortega comenzó con «cinco verónicas suaves y una faena de muleta, comenzada con uno por alto, que fue aumentando en valor a cada pase».

Cuentan del maestro Ortega, nacido en Borox (Toledo), que fue un torero poderosísimo, de los contadísimos que a lo largo de toda la historia de la tauromaquia han dominado a los toros con que se enfrentaba, por muy duros y difíciles que fuesen.

El periodista Néstor Luján dijo que Domingo Ortega era […] «el lidiador por excelencia» […] «el temple, el alarde, el pisarle su espacio al toro con muy seca malicia. Esto trajo Ortega al toreo».

Vicente Barrera Cambra

En la misma «Corrida de La Victoria» del 24 de mayo de 1939, el valenciano Vicente Barrera Cambra, abuelo del también torero Vicente Barrera Simó, cortó dos orejas y rabo al segundo toro de la tarde de la ganadería de Concha y Sierra tras una faena «eficaz y de dominio».

Vicente Barrera Cambra fue un virtuoso del descabello, el matador valenciano no le concedía a la espada mayor importancia, porque luego remataba con el verduguillo con una seguridad pasmosa. No en balde ha pasado a la historia como «El rey del descabello». Fue un torero además muy variado con el capote y dominador con la muleta, seguro y completo.

Pepe Bienvenida

Tal como hiciera su hermano Manolo en 1935, José Mejías Jiménez (Pepe Bienvenida) también cortó las dos orejas y el rabo en la plaza de toros de Las Ventas. Sucedió en la famosa «Corrida de la Victoria» del 39 donde también triunfaran Domingo Ortega y Vicente Barrera. Pepe Bienvenida, le cortó los trofeos al quinto toro de la tarde, un astado de la ganadería de Sánchez Fabrés. Dicen las crónicas que esa tarde en Las Ventas, antes de la faena del torero madrileño, reinó ese silencio casi sepulcral que se produce en las plazas cuando se presiente una faena apoteósica. Y no fue para menos, Pepe Bienvenida realizó una faena primorosa de principio a fin. Ya se lució en el tercio de banderillas con tres estupendos pares llenos de arte y valor. Manejó con alegría y variedad el capote, con seguridad la muleta y con contundencia la espada, matando al morlaco de una certera estocada.

Pepe Bienvenida fue un excelente torero con excelentes cualidades al que, sin embargo, le faltó constancia. Pero la apatía y la desgana cortó muchas veces sus triunfos.

Se retiró del toreo el 3 de octubre de 1957, en Úbeda, alternando con sus hermanos Antonio Bienvenida y Juan en la lidia de toros de Julio Morales Hermanos.

Sebastián Palomo Linares

El último en conquistar las dos orejas y el rabo en la plaza de toros de Las Ventas fue Sebastián Palomo Linares el 22 de mayo de 1972, en la duodécima corrida de la Feria de San Isidro, compartiendo cartel con Andrés Vázquez y Curro Rivera. Lo hizo a un toro de la ganadería de Atanasio Fernández de nombre «Cigarrón», negro meano, marcado con el número 21 y con 566 kilos.

En el diario Pueblo describían la faena del diestro de Linares como «larga, templada y limpia». Palomo se entregó con ilusión en una verdadera orgía de pases despaciosos con el público entregado y enfervorecido».

José Luis Suárez-Guanes en su libro Madrid-Cátedra del toreo describe la faena de Palomo Linares: «Palomo torea forzado a la verónica y se le jalea con estrépito, pues el público está embalado. Con la muleta sale a remachar el triunfo. A conquistar definitivamente al público madrileño. Enrabietado, pero con calmosa tranquilidad, desgrana una faena antológica. Torea de rodillas de una forma portentosa. Son redondos ligados, templados, sin solución de continuidad, ganando terreno a cada pase para desembocar, de dentro afuera, en terrenos más centrales…»

La crónica de la revista El Ruedo describe el momento en que Palomo entra a matar: «Se perfiló en corto, citó a recibir, pero Cigarrón no fue al encuentro; entonces Sebastián se tiró a matar o a dejarse coger y del encuentro en que dejó media estocada salió prendido por el muslo y levantado en el aire mientras él no abandonaba su ardida empresa».

Hubo polémica y división de opiniones en cuanto a la concesión del rabo a Palomo Linares, es más, al presidente de Las Ventas, Antonio Pangua, le costó el puesto tras los ataques de los más puristas por, supuestamente, «profanar» la catedral del toreo.

En cualquier caso, nadie puede discutir que aquella tarde, Palomo Linares estuvo magnífico, digan lo que digan los puristas, y cortó el rabo de forma totalmente justa.

Corrida de la Victoria

Corrida de la Victoria

En la célebre «Corrida de la Victoria» del 24 de mayo de 1939, a la cual me he referido varias veces y en la que hasta tres toreros consiguieron cortar orejas y rabo, se lidiaron 7 toros de distintas ganaderías ya que, debido la Guerra Civil, las ganaderías quedaron casi destruidas durante el conflicto bélico. Por orden de cartel los toros correspondieron a los espadas: 1 Marcial Lalanda (ganadería de Carmen Federico), 2 Vicente Barrera Cambra (de Concha y Sierra), 3 Pepe Amorós (de Pablo Romero), 4 Domingo Ortega (de Antonio Pérez Tabernero), 5 Pepe Bienvenida (de Sánchez Fabrés), 6 Luis Gómez «El Estudiante» (del Marqués de Villamarta) y 7 Antonio Cañero [rejoneador] (de Rafael Lamamie de Clairac).

La música sonó en la faena de Marcial Lalanda, pero no en la faena de Domingo Ortega y sus partidarios se enfadaron mucho. Hubo una extraordinaria bronca. Para evitarlas en lo sucesivo, el Gobernador Civil ordenó que la música no tocara en las faenas. Y desde entonces viene la costumbre de que no suene la música en Madrid durante la faena de muleta.

 


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