BIENVENIDOS A YUMYS GALAXY, EL RINCÓN DE F.J.M. (MARCO ATILIO).

viernes, 25 de diciembre de 2015

Deseos navideños


Quisiera, como administrador de Yumys Galaxy, desear a todos sus seguidores, simpatizantes y a todos los que alguna vez hayan pasado por este pequeño rincón unas felices navidades. Que la paz y la felicidad entren a raudales en vuestras casas y que el año 2016 sea el de la consecución de vuestros sueños e ilusiones, aquel en que se cumplan vuestras esperanzas y todo aquello por lo que lucháis día por día.

De paso permitidme que haga una pequeña reflexión con todos vosotros:

Ahora que nos impregnamos de espíritu navideño y nos llenamos de buenos deseos para los demás, que rezumamos solidaridad por todos los poros de nuestra alma, dejemos que ese espíritu se traslade también al resto del año, que ese espíritu navideño no muera cuando pasa la Navidad.

No permitamos que nos envenenen la intolerancia, el egoísmo, la envidia, la vanidad, el rencor, la hipocresía… y que siempre, siempre, tengamos una sonrisa presta para regalar al compañero, al amigo, al hermano… al otro. Seguro que haciéndolo así llenaremos de paz nuestro espíritu, esa paz que deseamos para el prójimo en estas fechas tan entrañables y que tan imprescindible es para el crecimiento personal.

Ya hace dos años, escribí otra entrada en el blog sobre estas reflexiones navideñas y que si lo deseáis podéis mirar en este enlace.


¡¡¡FELIZ NAVIDAD PARA TODOS!!!

Marco Atilio

lunes, 7 de diciembre de 2015

Como un grano en el culo

Contaminación

Ahora que se está celebrando en París la “Cumbre del Clima” y se habla sobre el calentamiento global y el cambio climático y sus posibles soluciones, aunque mucho me temo que sea tarde y que solo saldrán buenos propósitos que se olvidarán pronto y que seguiremos matando poco a poco pero inexorablemente nuestro planeta y la vida sobre él; pienso decía que, el cambio climático al que nos vemos abocados, es la consecuencia inevitable de nuestro modo de vida desde la “Revolución Industrial”, de haber vertido durante muchos años, ingentes cantidades de materiales tóxicos a la atmósfera, a los océanos, a los ríos, de haber deforestado nuestros bosques con ambición desmedida… solo por la insensatez y egoísmo de individuos sin escrúpulos, porque a lo largo de los años siempre han primado más las cuestiones económicas que las medioambientales sin importar el tremendo daño que se le estaba haciendo a nuestro planeta y por ende a todas las personas (en una suerte de autodestrucción), a todos los animales terrestres y marinos, a todas las aves y en fin a todo lo que se mueva y respire sobre La Tierra.
 
Cuando me paro a pensar en todo eso, me reafirmo cada vez más en que el ser humano es tremendamente nocivo para las demás especies de este planeta en que vivimos, es nocivo incluso para sus propios congéneres, y nocivo también para el medio en el que vive, para el aire que respira, para la tierra que pisa, para cualquier cosa que toque. Porque somos nocivos en nuestra propia esencia y por donde quiera que vayamos no dejamos “títere con cabeza”.
 
De todo esto que digo, la historia reciente puede dar fe, solo hay que repasarla un poco y constatar que lenta pero implacablemente estamos destruyendo nuestro querido planeta: quemando sus bosques, intoxicando sus aguas, envenenando su atmósfera, agotando sus reservas…
 
Para nuestra maravillosa Tierra fue un mal día aquel en que el ser humano puso sus pies sobre ella por primera vez. No sé cómo sucedió y qué motivo hubo para que sucediera. Si fue Dios quien nos puso aquí creo que cometió la mayor torpeza de la historia conocida. Porque, aunque somos infinitesimalmente pequeños comparados con la inmensidad del Universo, no dejamos de ser como un grano en el culo, molestos y dañinos hasta la paranoia.
 
Por nuestra propia inconsciencia, por nuestro propio egoísmo, por nuestra propia estúpida necedad, estamos acabando con esta preciosa “Canica Azul” como la bautizaran los astronautas del Apolo 17. Esta maravilla del Sistema Solar en donde un día, un aciago día, nos pusiera el azar; eso quiero creer, porque si fue una mano divina quien nos puso, creo sinceramente que no tenía ni la más remota idea de la clase de gentuza con la que estaba tratando.

lunes, 23 de noviembre de 2015

Ser Facha

facha

Hace pocos días, un anestesiólogo del hospital en donde trabajo, nacido en Rusia pero desde hace ya muchos años residente en España, me preguntó por una palabra que había oído su hijo y que no sabía muy bien qué significado tenía. La palabra en cuestión es “FACHA”. Me preguntó qué significaba “ser facha” y cómo se debía de interpretar.
 
Es lógico entender que para alguien que no sea español, el término “ser facha” le suene a chino, no así a los que somos españoles que estamos hartos de oír esa expresión instaurada en nuestro lenguaje desde hace ya muchos años.
 
La palabra “Facha” es sinónimo de “Fascista”, así que decir de una persona que es facha es decir que es fascista. Quien utiliza ese término lo hace para descalificar y en todo caso denigrar a otra persona y muy probablemente no sepa las terribles connotaciones de este concepto y también demuestra un total desconocimiento de la historia.
 
El término fascista fue acuñado por Benito Mussolini después de la Primera Guerra Mundial al que después se adscribió Adolf Hitler bajo la marca nacionalsocialista. Franco por su parte también instauró un régimen totalitario profascista en España tras la Guerra Civil y, aunque a partir de la derrota de las potencias del Eje en la Segunda Guerra Mundial se fue deshaciendo de esa etiqueta, la simbología fascista se mantuvo hasta el final de la dictadura.
 
La palabra facha en España procede de la Guerra Civil. Así, los defensores del bando republicano se referían a sus enemigos del bando franquista con el término fachas o fascistas y estos a su vez lo hacían con la expresión “rojos” para referirse a sus oponentes republicanos.
 
El fascismo lleva consigo la instauración de un totalitarismo sangriento basado en el miedo, la violencia, la tortura y la represión. Un fascista odia la democracia, es racista, intolerante y totalitario.
 
Normalmente en España, la palabra “Facha” se usa un tanto a la ligera, demostrando quien la emplea un total desconocimiento de sus connotaciones reales. Con ella se suele señalar a la gente cuya ideología política es de derechas obviando, que muy probablemente, esa gente sean tan demócratas o más que el que utiliza la palabreja. 
 
En resumen, ser facha o fascista implica que la persona a la que va dirigido ese insulto se la está tachando de antidemócrata, racista, intolerante, totalitaria… y sin embargo no es así en absoluto en la inmensa mayoría de las ocasiones. Entonces… ¿por qué se sigue utilizando tan equivocadamente? Pues supongo que por el aborregamiento tan manifiesto de una gran parte de la sociedad española así como por el desconocimiento de la historia por parte de esa misma sociedad. Y por último, y no menos importante, por la estupidez intrínseca que tienen algunas personas.
 
Decía mi abuelo que la incultura hace estragos… y qué razón tenía.

Marco Atilio








lunes, 9 de noviembre de 2015

Melancolías


La lluvia cae con fuerza.
 
Desde el oscuro umbral
de la vieja casa, mustia y fría,
miro la lluvia,
la incesante,
la pertinaz lluvia de otoño.
 
Miro como las gotas
empapan todas las cosas.
 
El viento sopla fuerte.
Todo es negruzco ahora.
 
Las gotas se estrellan en el suelo
y saltan en pedazos por doquier.

De pronto…

Los recuerdos se apoderan
de mi alma…
Mi mente vuela lejos
en el tiempo...

Oigo las risas de mi madre...
siempre llena de alegría…
siempre regalando una sonrisa.

Veo a mi padre joven y fuerte,
labrar campos de olivares,
bajo el sofocante sol de agosto,
fundido en cuerpo y alma
con una tierra…
que nunca ha sido suya…

Aquellos inocentes juegos infantiles
junto a mi hermana Ana Mari,
en el corralón de la vieja casona
que tan felices nos hacían…

Los amigos de mi infancia,
con sus alegrías y miserias a cuestas…
algunos han muerto ya.

Y es que el tiempo pasa deprisa…
muy deprisa.

Aquellos días en que conocí a Isabel
de romanticismo y fantasía
pasan ahora ante mí.

¡Es extraño todo esto!

Mi mente salta veloz,
entre una amalgama de recuerdos
que se confunden unos con otros.

El viento azota mi cara...

¡Vuelvo a la realidad!

El tiempo pasa…,
las cosas pasan…,
las personas pasan...,
como en un suspiro...

Y yo...

desde el umbral de la vieja casa,
contemplo la lluvia,
la pertinaz, incesante
lluvia de otoño.
Marco Atilio





















































miércoles, 21 de octubre de 2015

Noches de invierno

Lluvia en Baeza

Rebuscando entre mis papeles, en un rincón olvidado, entre las hojas de una raída libreta, he encontrado este poema que escribí cuando tenía apenas once años. Este poema me demuestra que mi afición por la escritura me viene desde muy antiguo. Quizá entre sus versos no encontréis un dechado de técnica poética pero lo que sí encontraréis sin duda, son las inquietudes de un infante al que le gustaba plasmar sobre un papel sus emociones más profundas. Como podréis observar, el poema encierra la melancolía que siempre ha caracterizado gran parte de mi escritura y que, ya desde muy temprano, ha sido mi marca personal en cuestiones literarias. El poema en cuestión es este:
 
NOCHES DE INVIERNO

Un viejo libro leyendo,
pero a la vez distraído,
es una tarde sombría
de un pueblecito perdido.
 
Cae la tarde, llueve,
sopla con fuerza el viento,
muere la tarde deprisa…
crepúsculo ceniciento.
 
Se ha entrado la noche,
un hombre pasa corriendo,
miro de reojo la calle…
todavía sigue lloviendo.
 
La lluvia repiquetea
los cristales de mi ventana,
a lo lejos suenan, suenan,
de la iglesia las campanas.
 
El viejo libro en mis manos,
dos gatos juegan su juego,
recostado en un rincón
el abuelo atiza el fuego.
 
Qué triste el alma me ponen
tristes noches del invierno,
oscuras y con llovizna,
que cantan su son eterno. 

Marco Atilio

































martes, 29 de septiembre de 2015

Ese hombre es Dios

hombre burro
Hoy os voy a contar un cuento con el que me he reído en no pocas ocasiones. Un cuento que me ha contado mi padre muchas veces y que a él se lo contó mi abuelo, por tanto es un relato que sospecho nace en las mismas profundidades del tiempo. El cuento podíamos titularlo “Ese hombre es Dios”. Es algo largo, pero merece la pena, al menos podréis pasar un rato bastante divertido, os lo prometo.

Si lo leéis podéis comprobar que transmite una gran moraleja: Lo inmensa que puede llegar a ser la estupidez humana.  Comienza así:

Un aldeano, con su burro, fue al bosque a por leña. A la vera de un camino se subió a un árbol y se dispuso a cortar una gran rama. Lo hacía sentado a horcajadas mirando al tronco del árbol y cortando la rama por el interior, entre él y el tronco. De seguro caería junto con la rama incluso antes de cortarla en su totalidad. En ello estaba cuando acertó a pasar por el lugar un caminante, que al ver al aldeano y el porrazo que iba a dar en breves momentos se paró y le dijo:

- Buenos días buen hombre.
 
El aldeano devolvió el saludo:
 
- Buenos días tenga usted señor.
 
- ¿Qué, cortando un poco de leña? Preguntó el caminante.
 
- Pues sí, ya empieza a hacer frío y ya se hace necesaria para calentarse… y cocinar. Repuso el aldeano.
 
El caminante, que no daba crédito a la manera en que estaba intentando cortar la rama el aldeano, le dijo en un tono entre amable e incrédulo:
 
- Perdone pero… ¿usted se ha dado cuenta que cuando corte la rama se va a pegar un porrazo de campeonato?
 
- ¿Cómo dice usted? Contestó el aldeano.
 
- Digo que cuando corte usted la rama, se pegará un porrazo contra el suelo, porque está usted sentado en el trozo que caerá cuando apenas termine de cortarla. Caerá usted junto con la rama.
 
El aldeano, visiblemente contrariado replicó:
 
- Bueno, ¿y usted qué sabe de estos asuntos? ¡Déjeme cortar la rama en paz y siga su camino! ¿Usted qué sabe de estos menesteres?
 
- Pero hombre de Dios, no se ha dado cuenta que…
 
El aldeano no dejó al caminante terminar la frase y en un tono amenazador dijo:
 
- ¿Es que pretende usted enseñarme a cortar leña? ¿No tiene nada mejor que hacer que meterse con la forma en que hago mi trabajo? Ya le he dicho que siga su camino y me deje usted en paz.
 
El caminante, entre sorprendido y algo malhumorado por el tono en que le hablaba el aldeano, decidió seguir su camino y dejar que el besugo aquél cayera al suelo cuando cortara la rama.
 
Efectivamente, no había terminado el aldeano de cortarla cuando esta se resquebrajó cayendo rama y aldeano al suelo con gran estrépito. Por suerte para él no le ocurrió nada grave, tan solo algunas desolladuras y magulladuras.
 
Cuando se repuso un tanto del porrazo el aldeano pensó en voz alta:
 
- Vaya, qué batacazo me acabo de dar. Es increíble que el hombre con el que he estado hablando no ha mucho tiempo haya predicho este desaguisado. ¡Virgen Santa! ¿Será posible? No hay duda, ese hombre es Dios. No tengo la menor duda.
 
Se levantó del suelo, cogió su burro y salió en pos del caminante al que alcanzó prontamente.
 
- Eh, señor. Pare un momento. Por favor deténgase.
 
El caminante, al oír las voces y los aspavientos del aldeano se sobresaltó un tanto, pero picado por la curiosidad detuvo su marcha y esperó a que llegara hasta él el zoquete que había conocido unos cientos de metros más abajo. Al fin este llegó montado en su burro. Se apeó del animal y se acercó al hombre que lo esperaba con cara de no entender muy bien qué es lo que ocurría. Entonces el aldeano dijo:
 
- ¿Se acuerda usted de mí?
 
- Pues claro que sí.
 
- ¿Y se acuerda que usted me dijo que me iba a caer del árbol en cuanto cortara la rama…? Pues me he caído.
 
- Bueno, eso era más que evidente, cualquiera lo hubiera adivinado.
 
Al caminante le costaba horrores contener la risa.
 
- ¡¿Cómo evidente?! No sea usted modesto amigo. ¡Usted es Dios! Usted me dijo que me caería y me he caído… usted es Dios.
 
El caminante no creía lo que estaba oyendo.
 
- Pero hombre, yo como voy a ser Dios.
 
- Sí, sí, usted es Dios. Y como es usted Dios tendrá que decirme cuándo me voy a morir.
 
- Pero que yo no soy Dios.
 
- Usted es Dios y no se hable más del tema. Así que le pregunto: ¿Cuándo me voy a morir?
 
El caminante negaba que él fuera Dios y el aldeano insistía en que sí lo era. Tan terco se puso en su afirmación que al caminante no le quedó más remedio que decirle:
 
- Cargue el burro de leña hasta las orejas y con el burro bien cargado inicie el camino a su casa. Cuando el burro se tire tres pedos se morirá usted. ¿Ha entendido?
 
- Sí, sí, perfectamente. Cargaré el burro bien cargado y cuando se afloje tres cuescos el jumento habrá llegado mi hora. Entendido.
 
El caminante se tronchaba por dentro, se despidió del aldeano y siguió su camino luchando porque las carcajadas no afloraran inoportunamente, a las que al fin dio rienda suelta cuando se hubo separado unos cuantos metros del borrico aquel. No el de cuatro patas si no del que tiraba del ronzal.
 
Una vez que se hubo marchado el caminante, el aldeano se dispuso a cargar su burro de leña tal y como le había dicho “Dios”. Cuando lo tuvo bien cargado se encaminó a su casa.
 
Pero hete aquí que para llegar a la aldea tenía que subir una gran cuesta, una muy empinada. No había caminado ni treinta pasos de la cuesta cuando el burro soltó una sonora ventosidad. Entonces el aldeano, echándose mano a la cabeza exclamó:
 
- ¡Ay dios mío! ¡Qué malo me estoy poniendo!
 
Un poco tambaleándose por el imaginario dolor siguió cuesta arriba su camino.
 
Cuando estaba hacia la mitad de la cuesta, el burro alzó el rabo y sopló nuevamente por el ojo negro con gran aparatosidad. Entonces el aldeano se cogió la cabeza con las dos manos y se encogió visiblemente al tiempo que exclamaba:
 
- ¡Santo Dios¡ ¡Ahora sí que me estoy muriendo!
 
A pesar de su “dolor”, siguió su camino con paso vacilante, ora retorciéndose, ora gimiendo.
 
A poco de terminar la cuesta, el jumento largó el último cuesco con gran estruendo y el aldeano, al oír la “bufa”, dio un enorme suspiro y dijo:
 
- Llegado ha mi hora. Muerto soy.
 
Y dicho esto se dejó caer al borde del camino y allí quedó mientras el burro, que sabía el camino a casa, siguió andando con la carga de leña.
 
Cuando la mujer del aldeano y su hijo vieron que el burro había vuelto y que el hombre no aparecía se asustaron grandemente porque pensaron que algo malo le había sucedido, decidieron entonces tomar el camino que conducía al bosque en busca del aldeano y a poco de partir lo encontraron tumbado bocarriba a la vera del camino con los ojos cerrados.
 
Con gran preocupación se acercaron al aldeano y comprobaron que tenía algunas desolladuras fruto de la caída del árbol lo que les inquietó más aún, y aunque en un principio creyeron que estaba muerto o muy malherido ya que no se movía, cuando observaron más detenidamente el cuerpo del aldeano se percataron de que este respiraba, lo llamaron por su nombre a la par que lo zarandeaban suavemente.
 
El aldeano entonces abrió los ojos y miró a su mujer y a su hijo para volver a cerrarlos unos instantes después.
 
La mujer del aldeano lo zarandeó nuevamente pero esta vez con más fuerza al tiempo que lo llamaba por su nombre:
 
- ¡Fulano, fulano! ¿Estás bien? ¿Tienes algún hueso roto?
 
El aldeano abrió de nuevo los ojos y contestó a su mujer:
 
- No, no tengo ningún hueso roto. Simplemente que me he muerto.
 
La mujer y el hijo del aldeano se quedaron atónitos ante la contestación del hombre.
 
- ¡¿Pero cómo diablos vas a estar muerto si me estás hablando?!
 
- Mira mujer, he tenido un encuentro con Dios y me ha dicho que cuando el burro se tirara tres pedos yo me moriría, el burro se ha tirado los tres cuescos y aquí estoy, muerto porque ya me ha llegado mi hora según me ha dicho Dios en persona. Lo mejor que podéis hacer tú y tu hijo es llamar a la funeraria para que vengan con un ataúd a recogerme y seguidamente enterrarme.
 
La mujer y el hijo del aldeano mirando al hombre de hito en hito no entendían nada de nada. No daban crédito a las palabras que estaban oyendo.
 
- ¡Venga fulano!, ¡déjate de tonterías!, ¡levanta del suelo!
 
- ¡Que me dejéis digo! ¡Ya sabéis lo que tenéis que hacer!, ¡así que cumplid la voluntad de alguien que ya no está en este mundo! Les espetó el aldeano visiblemente malhumorado.
 
- Pero…
 
- No hay peros que valgan, muerto estoy y bien muerto así que idos.
 
No hubo manera de hacer entrar en razón al aldeano, así que la mujer y su hijo hicieron exactamente lo que el aldeano quería que hiciesen, avisaron a la funeraria para que fueran a recogerlo.
 
Y así, metido en un ataúd de pino, a hombros lo llevaban entre cuatro que no sabían que el hombre no estaba muerto cuando… 
 
Al entrar en el pueblo, el aldeano entreabrió la tapa del ataúd y dando un enorme suspiro dijo:
 
- ¡Ay! Cuando yo estaba vivo, por ahí se iba a mi casa.
 
Los cuatro que lo llevaban a hombros, al oír al aldeano, soltaron la caja y muertos de miedo echaron a correr despavoridos.
 
Y quiso el destino que la tapa del féretro se abriera dejando caer al aldeano fuera de la caja con tan mala fortuna que golpeóse la cabeza y cayera muerto en el acto.
Y colorín colorado este cuento se ha acabado.
 
Moraleja: La estupidez humana no tiene ninguna clase de límites y ejemplos de ello los encontramos a patadas todos los días. ¡Y es que hay por ahí cada jumento!










































































































































viernes, 11 de septiembre de 2015

Más tal que cual

muñeco
Este post es fruto de la sugerencia de mi amiga Mari Carmen.

La frase “y tal y cual” se usa principalmente para resumir el contenido de una oración, es como decir etcétera. Un ejemplo: “Si quieres que limpie a fondo el salón tendrás que ayudarme porque tendré que mover la mesa, los sillones, las sillas… y tal y cual”.
 
Estando con dos amigos una noche en un bar alrededor de unas cervezas, uno de ellos hablaba sobre cierta tediosa materia que no acierto a recordar, al finalizar su aburrida perorata soltó la famosa frase con la que he encabezado este post: “…y tal y cual” a lo que seguidamente añadió: “más tal que cual”. La ocurrencia de mi amigo nos hizo tanta gracia que soltamos una carcajada que retumbó en todos los rincones del local.
 
La hilarante frase de mi amigo la adopté como propia y pasó a formar parte de mi lenguaje. Al principio la usaba en algunas ocasiones puntuales, después mucho más habitualmente, sobre todo con mis compañeros en el entorno laboral.
 
“Más tal que cual”, o como lo decimos los andaluces, suprimiendo la “s” de “más” y la “l” de “tal” y de “cual”: “Mà tà que cuà” pronunciando las respectivas vocales finales en forma abierta. Pues bien, como decía, la frase en cuestión ha tenido una gran aceptación entre mis compañeros de trabajo sin importar su categoría profesional, así la usan médicos, enfermeros, auxiliares, celadores…
 
“Mà tà que cuà” o “Más tal que cual”, depende de quién lo diga, se usa en diversos contextos y situaciones y puede indicar varias emociones y sentimientos:
 
La usamos como expresión de asombro, de aprobación, de reproche, de ironía, de agradecimiento y un largo, largo, larguísimo etcétera. Solo hay que emplearla con arte y en el momento adecuado y en el contexto adecuado. Los que la utilizamos habitualmente sabemos bien de lo que hablamos, ¿verdad amigo Jesús? Él la suele utilizar tanto como yo mismo, empleando un gracejo muy especial y en las situaciones más adecuadas.
 
En fin, que la famosa frase que pronunciara mi amigo hace ya bastantes años, yo la he hecho tan popular que muchísimas personas de mi entorno, o muchas de las que me han conocido y me han escuchado pronunciarla la utilizan de forma habitual o al menos de una manera puntual. Lo que sí está claro es que forma ya parte de su lenguaje en mayor o menor medida.

PD. A lo mejor a algunos de vosotros todo lo que habéis leído, la frase en cuestión, os parecerá un tanto absurdo y tal vez se os quede cara de no saber muy bien qué demonios estoy diciendo. No pretendo que lo entendáis, aunque estoy seguro que sí lo haríais de conocer el asunto en profundidad, y eso solo se puede conseguir formando parte de esta especie de locura tragicómica que es mi vida.

 
Marco Atilio

lunes, 31 de agosto de 2015

El tributo

El Tributo

Hoy me he acordado una vez más (lo hago con frecuencia) de mi abuelo Marcos, un hombre del campo y, sin embargo, cultísimo. Y no digo que las personas que se dedican a la agricultura no sean cultas, no, nada más lejos de mi intención, pero no es la norma, como mi experiencia me ha demostrado al tratar con muchísimos de ellos que por estas tierras jiennenses abundan mucho los agricultores.
 
Pero a mi abuelo Marcos le gustaba leer, y toda esa sabiduría, toda esa cultura que tenía la encontró en sus libros. En sus muchísimos libros. 
 
Él fue el que me inculcó mi afición por la astronomía, y lo hizo durante aquellas noches de verano cuando me quedaba a dormir con él en la pequeña “choza” que construía como refugio para guardar su campo de melones y evitar que se los robaran; y  juntos mirábamos la magnificencia del misterioso y bello cielo estrellado mientras mi abuelo me descubría los nombres de las constelaciones, de las estrellas y de los planetas.
 
De él también me viene mi afición por la lectura. Aunque yo era bastante pequeño, me acuerdo de ver a mi abuelo Marcos leerle en voz alta, con suave y cálida entonación, a mi madre, a mis tías, a alguna vecina… Guerra y Paz, Los miserables, El Conde de Montecristo… En las frías tardes del largo invierno o tal vez en las cálidas noches del verano.
 
Me hubiera gustado compartir con él muchos más secretos, pero las circunstancias hicieron que viviéramos en pueblos separados desde mi etapa infantil y no siempre era posible estar junto a él. Lo veía de cuando en cuando, pero no con la asiduidad que me hubiera gustado. 
 
Recuerdo que en una de mis charlas con él, me comentaba que por el hecho de nacer debíamos pagar un tributo y este no era otro que la muerte, ese era el tributo que nos exigía la vida… ¡La muerte! Sabias palabras, porque todos y cada uno de nosotros tendremos, tarde o temprano, que pagar ese tributo. Parece una reflexión de “Perogrullo” y sin embargo no lo es. Al menos a mí no me parece que lo sea.
 
Bueno, como homenaje a mi querido abuelo Marcos, aquí os dejo un poema que escribí hace algún tiempo y que es, en parte, alegórico a aquellas reflexiones de mi abuelo. Lo titulé “El Tributo”. Es este:
 
 
Una casa en las afueras
de un pueblecito andaluz,
estrechas calles y aceras
entre la sombra y la luz.
 
Sentado junto a la puerta
en las tardes de verano,
una mirada incierta
y su bastón en la mano.
 
Manos por los años arrugadas,
tranquilo gesto y sereno,
las mangas arremangadas
de su camisa de invierno.
 
Solo con sus soledades
pensaba pasada gloria,
en su vida de verdades
rebuscando en su memoria.
 
El abuelo en un escaño
de vez en vez se sentaba,
del viejo parque el escaño
el único que quedaba.
 
Desde allí mira la gente
con su vivencia azarosa
y pasaba por su mente…
"¡en mis tiempos era otra cosa!"
 
En los días de invernada
se arrebujaba en la lumbre,
una historia relataba
como era su costumbre.
 
Así la vida pasaba
lleno de monotonías,
su existencia se apagaba
quemando sus energías.
 
El abuelo meditaba...:
"¡nadie en el mundo es eterno!"
y una esperanza abrigaba:
"¡con suerte paso este invierno!"
 
"El tributo de nacer
todos hemos de pagar,
llegamos a la vejez
la muerte viene detrás".
 
Era frase del abuelo;
cierto día se marchó,
ahora estará en el cielo,
su tributo ya pagó.
 
Marco Atilio








































































lunes, 17 de agosto de 2015

Algunas pinceladas sobre mí

Sobre mí

Esta entrada es una sugerencia de un amigo que me preguntaba por qué no hacía un post contando algo sobre mí. Así, la gente que visitara el blog, sabría quién hay detrás de todas las historias que lo contienen.
 
Aunque en Yumys Galaxy hay una pestaña titulada “Sobre mí” y al pulsar con el ratón sobre ella tenéis algunos datos sobre el autor del blog, según mi amigo son datos muy escasos y la gente agradecería algunas explicaciones más amplias referentes a mi humilde persona.
 
Bueno, pues le voy a hacer caso a mi amigo y, con la mirada crítica de Isabel y de uno de mis hijos, voy a intentar desgranaros brevemente quién es y qué piensa el autor de Yumys Galaxy.
 
A riesgo de parecer redundante, ya que en muchas de mis entradas podréis obtener información sobre mi visión de la vida y de la sociedad en que me muevo, aquí os dejo un retrato breve sobre mí compendiado en una misma entrada:
 
**********
Me llamo Marco Atilio, ¡uy no! Perdonad el lapsus. Me llamo Francisco y soy una persona corriente, una persona nada especial, de las que hay muchas por ahí. Esto es una verdad que no puedo negar lo cual no quita para que tenga una gran autoestima como me inculcara mi padre, que una cosa no quita la otra.
 
Soy una persona rica en los tesoros más sencillos, humilde, autodidacta y muy amiga de sus amigos.
 
Me irritan profundamente el cinismo, la envidia, la injusticia y la hipocresía de algunas gentes, no soy capaz de soportar estas manifestaciones de las miserias humanas.
 
Tengo un gran sentido de la moral, no sería capaz de hacer cosas que atenten contra mi escala de valores como robar, engañar a nadie, aprovecharme del esfuerzo de otros. En este sentido creo ser una persona bastante íntegra y con un gran sentido de la justicia. Valores todos ellos que he intentado inculcar a mis hijos y educarlos para que respeten a los demás y sobre todo para que sean honestos y amantes de la justicia y las buenas formas.
 
Me esfuerzo cada día por hacer felices a todos los que me rodean, esto es algo bonito por lo que luchar y una meta que conseguir en la vida. Porque no es lo mismo que te recuerden maldiciéndote que con una sonrisa en los labios.
 
Pienso que la vida es mucho más de lo que vemos, por eso creo firmemente en la reencarnación. Y creo que en este mundo estamos solo y exclusivamente para evolucionar y hasta que no alcancemos un grado superior en nuestra evolución seguiremos reencarnándonos cuantas veces sea necesario. Y que según nuestro comportamiento terrenal, evolucionaremos hasta un estrato superior o por el contrario involucionaremos hasta un estrato inferior en nuestra próxima reencarnación.
 
La familia para mí es muy importante, por eso valoro mucho las buenísimas relaciones que imperan en la mía. Tanto con mis padres a los que adoro, como con mis hermanas, con mis sobrinos, con mis cuñados, con todos ellos me une una relación muy especial, de amor, comprensión y respeto. Ellos me hacen feliz y sé que los tengo a mi lado siempre que los necesite.
 
Tengo la gran suerte de compartir mi vida con una persona admirable, dulce, tolerante y comprensiva de la que me enamoro todos los días. Fruto del amor entre Isabel y yo, la vida nos regaló dos hijos maravillosos que hacen que mi vida tenga sentido cada vez que nace un nuevo día.
 
Siempre me ha interesado mucho el mundo de la cultura por el cual he navegado a través de diversos medios tanto audiovisuales como escritos.
 
Cultivo prácticamente todas las ciencias y las artes ya que mi curiosidad, mi afán por aprender y adquirir conocimientos no tiene límites. Es por eso que una de mis aficiones favoritas es leer, porque pienso que en los libros se encuentra la sabiduría y el crecimiento personal. A lo largo de mi vida he leído muchos libros, muchos, pero muchos muchos. Libros que me han proporcionado una aceptable cultura a la par que me han hecho disfrutar de momentos inolvidables mientras los leía.
 
Y también me gusta escribir, plasmar sobre un papel mis emociones personales, mis opiniones y mis inquietudes es algo que vengo haciendo desde que era prácticamente un niño. A lo largo de los años y con el conocimiento adquirido a través de la lectura he ido perfeccionando mi estilo de escribir. Creo que no lo hago mal del todo, y no es que yo lo diga, lo dicen muchas personas que siguen mi blog asiduamente, a lo mejor hasta tienen razón. Algún día publicaré un libro…, luego…, algún día.
 
Por último decir que una de mis mayores ilusiones y que, por diversas circunstancias no he podido conseguir, ha sido la de haber estudiado una carrera universitaria. Me hubiera gustado muchísimo ser Licenciado en Filosofía y Letras, en Derecho, en Psicología, en Historia, creo que hubiera encajado bien en cualquiera de esas profesiones. Lamentablemente el transcurrir de la vida no me lo permitió. Una pena.
 
Marco Atilio

domingo, 2 de agosto de 2015

Malo malísimo

Traidor Tsipras

En materias de política me considero un librepensador, ni estoy afiliado a ningún partido político en concreto ni tengo ninguna idea preconcebida. Miro las cosas con capacidad crítica y, por supuesto, no pertenezco a la gran masa borrega. En un post anterior podéis conocer mi pensamiento en este tipo de asuntos. Dicho esto me gustaría compartir con vosotros alguna que otra reflexión sociopolítica.
 
Parece ser que aquellos que piensan que las cosas en política y en economía se pueden hacer de otra forma, no tienen cabida en esta Unión Europea de la señora Merkel. Se ha demostrado con las durísimas condiciones (una especie de venganza ante el pulso que los dirigentes del gobierno de Syriza habían echado a la Unión Europea) que se les han impuesto a los griegos a cambio de permanecer en la moneda única. La lástima de todo ello es que el primer ministro griego Alexis Tsipras haya traicionado el ideario con el que concurrió a las elecciones griegas de enero de 2015, en donde prometía a sus electores acabar con la austeridad que tanto daño había hecho a la sociedad griega más desfavorecida, aceptando esas duras condiciones y claudicando ante la señora Merkel, verdadera dueña de los destinos de la Unión Europea.
 
El señor Tsipras, no solo ha traicionado su ideario político, sino también a más del 60 por 100 de la población que votó no a las medidas de austeridad que se les exigían desde la Unión Europea en el referéndum que el mismo Tsipras convocó, recomendando por cierto, votar NO a tales medidas.
 
Desde los círculos más conservadores, se tiende a demonizar a partidos que se rebelan contra la austeridad, contra las políticas antisociales y contra la desigualdad que esta maldita crisis ha acentuado hasta extremos insospechados, sobre todo en los países del sur de Europa como Grecia, Italia, Portugal y, por supuesto España.
 
A esos partidos los tachan de populistas, de no tener ni idea de economía ni de cómo funciona la economía y de que las medidas que proponen no pueden ponerse en práctica porque no hay dinero para llevarlas a cabo. Los medios de comunicación conservadores no pierden oportunidad para criticar tales partidos y tachan a sus dirigentes de visionarios, de ir en contra del sistema y de querer dilapidar la “recuperación económica” que las medidas de austeridad está consiguiendo… para unos pocos (añado). 
 
Para los sectores más conservadores, esos partidos y sus dirigentes son los malos malísimos y ponen en práctica el discurso del miedo, proclamando que si se vota esas tendencias esto será el caos más absoluto.
 
Ante todo eso tengo que decir que si de lo que se trata es de luchar contra la desigualdad, contra las injusticias… Si de lo que se trata es de crear un mundo más solidario, en donde las rentas sean mucho más equitativas… Si de lo que se trata es de acabar con un modelo de sociedad en donde unos pocos lo tengan todo mientras otros muchos se desangran a chorros, entonces prefiero ser malo malísimo.
 
Quien diga que no se conmueve ante el sufrimiento de los demás es que no tiene corazón. Hay que ponerse en el lugar de los que esta maldita crisis ha dejado desamparados y sin recursos, solo entonces comprenderíamos que cuando no se tiene futuro ni esperanza y te estás ahogando en un río de miseria, te agarras al brazo de quien intenta sacarte de las turbias aguas de la desesperación.
 
Lo que hay que tener es más empatía con las personas y dejar de lado tanta hipocresía.
 
La intolerancia es el veneno que no nos permite crecer. Hay que desterrarla y pensar que no siempre es malo lo distinto, sobre todo si no permitimos ninguna oportunidad a lo diferente. Hay que juzgar a hechos consumados no a hipotéticos males, la mayoría probablemente infundados.
 
Ojalá y dentro de esos partidos “populistas”, haya gente que no se deje amedrentar por los poderes económicos que rigen los destinos de la Unión Europea, y lleve sus ideas de cambio y de una Europa mejor hasta el fin, no traicionando los principios con los que esos partidos políticos nacieron.
 
Ojalá no haya muchos Alexis Tsipras, de lo contrario todo este desatino en que se ha convertido la Eurozona y su política (con Alemania a la cabeza) de beneficiar al capital en detrimento del bienestar de las personas, no tendrá arreglo posible.
 
Marco Atilio











martes, 14 de julio de 2015

¡Atención!

Atención
Queridos seguidores y visitantes de Yumys Galaxy. Habéis podido comprobar que muchas de las imágenes contenidas en el blog y que ilustraban las diversas entradas del mismo han desaparecido. La razón la desconozco por ahora, pero es muy posible que se deba a que he estado “trasteando” en mis álbumes de Picasa que es el sitio en donde se alojan dichas imágenes. He cambiado el nombre a algunos álbumes y por lo visto he cambiado la URL de muchas de ellas. Creo que esa haya sido la razón de este desaguisado. Menos mal que todas las entradas no se han visto afectadas y que por suerte guardo una copia de ellas en mi ordenador.

En los próximos días intentaré arreglar el estropicio. Probablemente me lleve algún tiempo conseguirlo, un tiempo del que algunas veces se carece. Pero en fin, con un poco de paciencia espero lograrlo pronto.
 
Os pido que seáis benevolentes con este error de principiante que, como ya os he dicho, intentaré arreglar lo antes posible.
 
Gracias y saludos para todos.
 
Marco Atilio



domingo, 21 de junio de 2015

Camino equivocado

 droga 2
Hace unos días me crucé con los padres, ya muy viejitos, de un amigo que tuve allá por mis años adolescentes. Crucé algunas palabras con ellos y recordamos juntos un terrible episodio que marcó para siempre la vida de aquellos dos ancianos.
 
Mi amigo Cabrera… ¡Dios mío!, ni siquiera recuerdo su nombre… Paco, sí, Paco Cabrera, ese era su nombre, aunque yo siempre lo llamaba por su apellido. Un querido e íntimo amigo que cayó en las redes de la cocaína. Un muchacho que lo tenía todo. Sus padres eran vaqueros y poseían algunas tierras, así que económicamente no padecían necesidades en absoluto. Mi amigo salía con una chavalita de 16 años preciosa, con la que todavía me relaciono. Él estudiaba arquitectura con muy buenas notas... en fin, un buen tío, agradable, alegre y dicharachero.
 
Todo lo perdió por culpa de su flirteo con la droga a la que no supo decirle no. Yo sí que supe porque también podía haber tomado ese camino que me ofrecieron del mismo modo y en las mismas circunstancias que a él. Y debo decir y así me consta, que sus padres eran y son personas honradas, honestas y con buenos valores que supongo trasladarían a mi amigo. ¿Por qué Cabrera eligió el camino equivocado? Quién sabe. Probablemente fuera por su poco acertado juicio a la hora de analizar el peligro, o porque quizá no tuviera una personalidad emocional lo bastante fuerte… Lo cierto es que perdí a mi amigo y lo más triste es que pude ver su progresivo deterioro físico y mental hasta su muerte acaecida a los 29 años por una sobredosis.
 
Cuando somos jóvenes somos irresponsables e irreflexivos. Los peligros en los que te puedes zambullir están tan cerca que hace falta tener las cosas muy claras y unos valores bien definidos para cruzar indemne esos mares tormentosos.
 
Las causas de por qué se toman esas equivocadas decisiones en la vida deben ser bastante complejas. Supongo que una de ellas es que no todos tenemos la misma capacidad emocional para saber lo que nos conviene en cada caso, aunque hayamos recibido la misma educación.
 
En fin, la psique humana resulta complicada y enrevesada, ahí quizá esté la respuesta.
 
De cualquier manera lo que le pasó a mi amigo Paco Cabrera es la cruda realidad de un problema que padecen muchas personas y muchas familias para su desgracia.
 
Ahora solo me queda el recuerdo de mi amigo, de su sonrisa y de su humor. Su buena estrella se apagó el día en que eligió el camino equivocado sumergiéndose en un mundo tenebroso y oscuro del que no consiguió salir.
 
Aunque me esfuerzo en recordarla, su imagen viene a mi memoria distorsionada y neblinosa por la losa que supone el paso de los muchos años. Ni siquiera tengo una fotografía de él.
 
En fin querido Cabrera, querido Paco Cabrera. Descansa en paz allá donde quiera que te encuentres.
 
Descansa en paz… querido amigo.

Marco Atilio

domingo, 14 de junio de 2015

El pescador y el pez dorado

Pescador
Hace unos días, un anestesista del hospital en donde trabajo, rauf Khaliulin, compañero y amigo a la vez que buen profesional y buena persona, me contó un cuento que yo no había oído nunca y que dijo pertenecía al folclore popular ruso, rauf es de Rusia como habréis podido adivinar por el nombre.
 
Este cuento lo tituló rauf el pescador y el barreño roto o el cubo roto, no recuerdo bien. La verdad es que me gustó el cuento, a cuya lectura y conclusión se le puede aplicar un conocido refrán español, aquel que dice: “La avaricia rompe el saco”. Pensé que podía publicarlo en el blog e indagué sobre él en Internet:
 
Resulta que el dicho cuento efectivamente, es un cuento popular ruso, típico de la tradición oral eslava y que recogieron de manera escrita diversos autores rusos como Aleksandr N. Afanásiev o Aleksandr S. Pushkin. Como también lo hicieron en Centroeuropa los famosísimos Hermanos Grimm, por ejemplo.
 
En realidad el cuento se titula “El pescador y el pez dorado” y la versión que sigue a continuación es la que hizo el poeta, novelista y dramaturgo ruso Aleksandr Serguéyevich Pushkin. El cuento es el siguiente:

miércoles, 27 de mayo de 2015

Mi momento de siesta



Soy una persona a la que le gusta trasnochar, de siempre ha sido así y así lo sigo haciendo aunque al día siguiente me tenga que levantar temprano.

No es raro que me den las dos o las dos y media de la madrugada antes de irme a la cama. ¿Y qué hago despierto hasta tan tarde…? Pues habitualmente leo, escribo, veo una película, navego por internet… etc. Al día siguiente, a las seis y media de la mañana ya estoy en pie para irme a trabajar. Lógicamente, todos los días necesito dormir la siesta. Unas dos horas habitualmente.

Esto de la siesta y desde hace ya muchos años se ha convertido en un rito para mí. Una ceremonia que se repite de la misma forma día tras día.

Salgo del hospital a las tres de la tarde así que normalmente llego a casa sobre las tres y veinte poco más o menos. Hay que tener en cuenta que el hospital en donde trabajo se encuentra  en la vecina ciudad de Úbeda la cual dista de Baeza nueve kilómetros.

Pues bien, cuando llego a casa Isabel me está esperando para comer. Habitualmente lo hacemos en la cocina. Y mientras comemos solemos ver el final de las noticias así como  el programa diario “Saber y Ganar” que se emite por la “2” de TVE.

Una vez hemos comido me dirijo al salón de mi casa, enciendo la televisión, bajo la persiana hasta dejar la habitación con una suave penumbra y me tiendo en mi sillón reclinable. Cojo el mando a distancia de la tele y comienzo a hacer zapping. Pronto, casi de inmediato, los párpados comienzan a pesar, los ojos se cierran y aunque lucho por mantenerlos abiertos es una batalla perdida. De repente me invade un dulce sopor. Me abandono a Morfeo casi sin quererlo y en un abrir y cerrar de ojos (y nunca mejor dicho) me zambullo en el irreal y mágico mundo de los sueños.

Aunque resulte un tanto sorprendente, es muy habitual que el sueño me venza con el mando a distancia apuntando a la televisión y acaso a una página del teletexto que se ha quedado sin leer. Súbitamente comienzo a roncar, al menos eso dicen mi mujer y mis hijos, que por otra parte siempre han sido muy respetuosos con mi momento de siesta. Ellos saben que necesito ese par de horas para poder recuperar todas mis energías y poder volver a ser persona.

Es increíble la facilidad que tengo para conciliar el sueño a la hora de la siesta. Reclinarme en el sillón y no pasan ni dos minutos cuando ya estoy roncando. Sí, la verdad es que resulta un tanto sorprendente.

De cualquier manera bendita siesta, una santa costumbre española y que yo, fiel a esa costumbre, pongo en práctica todos los días desde hace ya muchos años y siempre siguiendo el mismo ritual. No en vano el hombre es un animal de costumbres… pues eso, yo no iba a ser menos. 

Marco Atilio
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