BIENVENIDOS A YUMYS GALAXY, EL RINCÓN DE F.J.M. (MARCO ATILIO).

sábado, 8 de mayo de 2021

Algunos datos sobre mi apellido

 

Los Jumillas son antiguos moradores de Jumilla, población de la provincia de Murcia, y como gente Noble en ella alcanzaron parte de los oficios (Alcaldes, Regidores, Jurados...) que esta ciudad repartió a la gente principal.

Hay que decir que el apellido Jumillas es muy poco común. Según datos del Instituto Nacional de Estadística de 2019, en España el apellido Jumillas (con «s») lo llevan 199 personas, 97 de ellas como primer apellido y 102 que lo llevan como segundo. Las provincias en donde la incidencia del apellido Jumillas es más de cinco son Jaén, que es la provincia en donde es más frecuente: 40 personas lo llevan como primer apellido y 39 como segundo. Valencia: 20 como primero y 20 como segundo. Barcelona: 18 personas lo llevan como primero y 23 como segundo y Madrid: 18 como primer apellido y 12 como segundo.

Mi apellido se suele confundir con Jumilla, sin la «s» final. Tanto es así, que en el DNI tengo como apellido, Jumilla y en el carné de conducir lo tengo como Jumillas, por poner dos ejemplos bastante ilustrativos.

Algunas personas de mi familia sostienen que el apellido Jumillas, en plural, es un error que algún escribano cometió a la hora de reflejarlo en algún documento público (partidas de nacimiento, libros de familia) en algún momento de la historia y le añadió la «s» final utilizándose de forma errónea desde ese momento. Es posible que así sucediera, pero como no lo sé con certeza, mi apellido seguirá siendo Jumillas en honor a mi padre, ya que él siempre sostuvo que su apellido era Jumillas y no Jumilla.

Cabe destacar que el apellido Jumillas lo llevan 4 personas en Estados Unidos y 1 persona en Filipinas. Con lo poco común que es, apuesto a que son familia mía… ¡cualquiera sabe!


jueves, 6 de mayo de 2021

Dimisión de Pablo Iglesias

 

Algunos lo ensalzarán por creer que su dimisión va en consonancia con honradez y ética, y que dar un paso al lado es lo mejor que ha podido hacer. Cuando él ha dicho que en el momento actual resta más que suma en el proyecto político de Podemos. Cuando renunciar a la Vicepresidencia del Gobierno y al acta de diputado por la Comunidad de Madrid le hubieran reportado unos peculios muy importantes y hubiera vivido de la política desde una posición relevante.

Otros, sin embargo, pensarán que su dimisión es un acto de cobardía por abandonar un barco con una vía de agua importante y que ha defraudado a aquellos que lo han votado en las elecciones madrileñas.

En realidad no sé las razones que habrá tenido Pablo Iglesias para dimitir. Probablemente ya lo tenía más que pensado cuando renunció a la vicepresidencia del gobierno y se presentó a las elecciones de Madrid. Sabiendo, como probablemente sabía, que los resultados, a tenor de lo que decían todas las encuestas, no iban a ser buenos, como así ha sido finalmente, la excusa era perfecta para tomar otros derroteros existenciales.

Me da la impresión que esa jugada estaba convenientemente planificada, ya que su meta era conseguir ganarse la vida en el mundo de la comunicación; incluso parece que tiene ofertas en este sentido. Al hilo de esto, es muy posible que también lo tachen de aprovechar las «puertas giratorias», aquellas que él mismo tanto denunció.

En fin, el señor Iglesias que posiblemente haya defraudado a muchos de sus votantes, y que ha conseguido con la política unos réditos dinerarios bastante importantes, es cierto que también ha tenido que lidiar con muchísimos obstáculos. Empezando por muchos medios de comunicación con sus famosos periodistas al frente de programas televisivos, radiofónicos y periódicos, todos ellos muy críticos con sus propuestas, sus denuncias, sus políticas y con todo aquello que oliera al líder de Podemos. Críticas atroces que, en algunos casos, se acercaban más al odio y a la animadversión más absoluta.

También ha tenido que lidiar con un escrache permanente en la puerta de su chalé de Galapagar, que indudablemente, pudiera haber contribuido a su decisión de abandonar la política, tal vez asqueado de ella. Puede pensar que el precio es demasiado alto como para seguir luchando en primera línea.

Los «voceras» de los medios de comunicación (casi todos), ferozmente críticos con el señor Iglesias, son demasiado fuertes como para salir indemne. Y es que, quien batalla contra el «cuarto poder», como definiera a los medios de comunicación el político irlandés Edmund Burke en 1787, tiene la guerra perdida.

En definitiva, «quien siembra vientos recoge tempestades» dirán algunos, aunque se puede estar o no de acuerdo con esta aseveración.


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