Echar
la siesta, en líneas generales, es beneficioso para el organismo.
En
2013 «The Wall Street Journal»
publicó un artículo titulado «The
perfect nap» (La siesta perfecta), en el que Sara Mednick, profesora asistente de psicología en la Universidad de California, señaló que
la duración ideal de una siesta, está en directa relación con lo que cada
persona necesita. Así, distinguía tres categorías:
1-
Para un golpe rápido de energía: 10 a 20 minutos.
2-
Para mejorar la memoria cognitiva (recordar datos, lugares, rostros...): 60
minutos.
3-
Para la creatividad y la memoria emocional: 90 minutos, los que equivalen a un
ciclo completo de sueño.
Por
otra parte, según el neurólogo Walter
Avdaloff, director del Instituto del
Sueño Neurodiagnos de Chile, desde el punto de vista de nuestro reloj
biológico, nosotros estamos programados como humanos para dormir siestas.
También resalta Walter Avdaloff que
«la siesta sólo se duerme si la persona está cansada y la necesita. Por lo
tanto, si alguien no está cansado y se siente bien, dormir la siesta sería
contraproducente».
Yo,
particularmente, como trasnocho mucho y me levanto muy temprano sí que necesito
dormir mi hora y media de siesta. Ese tiempo para mí es el ideal para sentirme
bien el resto de la tarde. Pero bueno, cada persona es diferente y lo que para
algunos es beneficioso para otros no lo será tanto.