BIENVENIDOS A YUMYS GALAXY, EL RINCÓN DE F.J.M. (MARCO ATILIO)

sábado, 26 de julio de 2025

Mientras duermen


Ambos deben dormir, y mientras duermen, la noche se vuelve más dulce, el silencio se llena de sentido, y yo, desde este rincón de abuelo pienso en mis nietos.

Duerme Valeria y duerme Adrián, dos luceros diminutos en el cielo de mi alma, dos suspiros de ternura que apenas han comenzado a caminar por el mundo.

Valeria y Adrián, tan pequeños aún, con apenas quince y trece meses de ternura, respiran calma entre sus sueños de nube, como si el propio mundo no pudiera herirlos.

Duermen como duermen los ángeles: con los párpados rendidos, los deditos cerrados sobre un peluche, y el alma flotando en algún lugar tibio que solo los niños conocen.

Valeria sueña con luces suaves, con voces que cantan desde el regazo, con mundos blanditos donde el amor es el aire que se respira, con juguetes que aún no sabe nombrar, pero ya la abrazan.

Adrián sueña con pasos inciertos, con juegos que aún no entiende, con la vida que empieza a llamarlo desde algún rincón cálido de la infancia.

Tienen mágicos sueños de algodón, de peluches, de canciones, de estrellas que bajan a la cuna a mecer sus corazones.

Quizá sueñen con su abuelo, o con mi voz que los llama, o con la luna entrando de puntillas por la ventana, y les besa en la mejilla y se resbala en la almohada.

Y mientras mis nietos duermen, la noche se va escapando de puntillas para no despertarlos, el universo se detiene un instante, y yo también sueño: que crezcan sin miedo, que vivan sin prisas, que el mundo no los hiera demasiado.

Y yo, en este momento tan perfecto, quisiera ser eterno… solo para seguir velando sus sueños.

viernes, 25 de julio de 2025

El aniquilado aniquilador

Niños judíos moribundos por inanición en las calles del gueto de Varsovia durante la ocupación Nazi

Todo pueblo tiranizado, humillado, masacrado…, puede hacerlo a su vez a otros pueblos. Es la conclusión lógica de la esencia humana.

Muhammad Zakariya Ayyoub al-Matouq, un niño de un año y medio padece desnutrición aguda 
debido al bloqueo israelí y lucha por sobrevivir en una carpa en la ciudad de Gaza en julio de 2025

lunes, 21 de julio de 2025

Intolerancia y egoísmo

 

A veces me paro a pensar y me pregunto si el ser humano se da cabal cuenta de la clase de criatura despreciable que pueda llegar a ser. En mis reflexiones surgen varias preguntas que me producen, cuando menos, cierto desasosiego:

¿Somos conscientes de lo que realmente somos?

¿Estamos realmente seguros de saber lo que somos en lo más profundo de nosotros mismos?

¿Sabemos siquiera de lo que seríamos capaces en un determinado momento…?

Yo creo que no, que pocas veces nos hemos parado a pensar lo que somos en realidad y lo detestables que podemos llegar a ser en determinadas situaciones, sobre todo cuando está de por medio nuestro propio beneficio. Y es que, seguimos una máxima que se ha hecho dogma en nuestras vidas: Primero mis dientes que mis parientes.

Nos creemos seres adorables, es una delicia convivir con nosotros. Nos asiste la razón siempre. Las cosas que hacemos y que decimos están estupendamente hechas y magníficamente dichas. Para obrar como lo hacemos, siempre tenemos algún argumento que justifique y fundamente nuestra forma de proceder. Somos poseedores de la verdad..., de nuestra verdad.

Nuestras ideas, nuestra forma de vivir y de entender la vida son, para nosotros, el paradigma de la perfección. El camino a seguir por otros. Intentamos en nuestras conversaciones con los demás que prevalezca nuestro inefable criterio en la inmensa mayoría de las ocasiones.

El comportamiento de la gente que nos rodea, sus actitudes, sus formas de ver la vida, sus creencias, sus ideas, sus convicciones, sus maneras de vestir, sus aspectos personales, sus formas de hablar, sus críticas, sus amores, sus pasiones, sus tristezas, sus depresiones, sus melancolías, sus sensibilidades, sus inquietudes, sus formas de entender la belleza, sus luchas, sus aficiones…, en definitiva, sus formas de vivir cuando son contrarias a nuestra manera de entender esas mismas cosas, son para nosotros actitudes y comportamientos totalmente equivocados y reprobables.

Si pensamos un poco en todo ello, veremos que en mayor o menor medida es lo que nos pasa a todos nosotros. Es lo que se llama INTOLERANCIA, esclavos de ella como seres humanos que somos. Y no hay nada más malvado, capaz en determinados momentos y situaciones de las más insospechadas tropelías, que el ser humano.

Y es que, en definitiva, somos egoístas por naturaleza y anteponemos nuestro bienestar y nuestro propio interés a cualquier otra cosa.

Así es de cruda la triste realidad en la que viven los seres humanos desde que aparecieron sobre la faz de La Tierra, para desgracia de la propia Tierra.

Cierto es que deberíamos ser libres para decidir nuestro propio destino, para caminar por la vida y el mundo como mejor nos plazca, sin restricciones ni limitaciones pero, eso sí, sin menoscabar la libertad de los demás, sin perjudicar los legítimos intereses de las demás personas, sin meternos gratuitamente en sus vidas y, sobre todo, respetando a todo el mundo sin importarnos el color de su piel, su religión, sus creencias, su modo de vivir y de pensar. Si esto sucediera algún día, (cosa por otra parte prácticamente imposible ya que la maldad y el egoísmo son algo intrínseco al ser humano), la vida sobre este maravilloso planeta llamado Tierra sería mucho más placentera y, sobre todo, más justa.

Si queremos construir un futuro mejor para todos, debemos pensar sobre unas bases éticas tan sólidas como elementales: «Ningún pueblo, ninguna nación, ninguna persona, nada positivo se puede construir a costa de los demás».

Si para ser felices necesitamos que no lo sean otras personas sería mejor no haber nacido, así librábamos al mundo de nuestra inmunda presencia.

INTOLERANCIA Y EGOÍSMO II

Es una obviedad que lo leído hasta ahora refleja una visión bastante pesimista de los comportamientos y actitudes del ser humano en general. Acaso muchos de vosotros discrepéis de esta valoración mía tan catastrofista. Sé que no es bueno generalizar, pero estoy convencido de que la gran mayoría de las personas, en mayor o menor medida, encajan perfectamente en lo descrito hasta aquí.

En cualquier caso, y con ánimo de complementar y profundizar lo dicho, tal vez sea conveniente que base mi crítica en algo más concreto, más histórico, más argumentado. Quizá así, hasta estéis de acuerdo conmigo. Veamos por qué:

Es cierto que a lo largo de la historia ha habido gentes que se han sacrificado por los demás, incluso han dado la vida por sus semejantes, pero… también es verdad que han sido casos, a mi juicio, excepcionales.

Que el ser humano puede convertirse en un ser de lo más despreciable es prácticamente axiomático, ejemplos de ello hay en la historia infinidad de casos.

No podemos olvidar a los grandes imperios (el romano, el español) que cometieron viles y crueles asesinatos por extender su dominio, por implantar sus creencias y sus formas de vida a quien no pensaba como ellos, a quien discrepaba de sus dogmas, a quien se atrevía a enfrentarse a su poder.

No debemos pasar por alto La Inquisición, ¡cuántas personas fueron sacrificadas en la hoguera en nombre de Dios! La lista de los pobres desgraciados que cayeron en sus garras es terriblemente amplia.

No hay que ignorar el genocidio que practicaron los norteamericanos con las tribus indígenas de Estados Unidos, arrebatándoles sus pertenencias, sus tierras, y confinando en reservas a los pocos supervivientes, privándoles de la libertad que en derecho les pertenecía. Existe un libro, un libro muy bien documentado escrito por Dee Brown titulado «Enterrad mi corazón en Wounded Knee» que habla sobre ello, las historias que cuenta son terribles y sobrecogedoras.

¿Nos podemos olvidar de la esclavitud practicada por los seres humanos en diversas épocas de la historia, con el propósito de humillar, vilipendiar y tiranizar a sus semejantes?

Tampoco debemos obviar a los Nazis, que cometieron quizá el mayor genocidio de la historia de la humanidad. Capaces de perpetrar los crímenes más horribles y las prácticas más espeluznantes. Éstos llegaban a ver a sus semejantes (los judíos) como simples ratas, es por eso que no les remordió nunca la conciencia y jamás se arrepintieron de sus actos. Los ejemplos de las aberraciones que cometieron con el pueblo judío son grandes y terribles.

¿Nos olvidaremos de los crímenes de Stalin…, de Franco…, de Pinochet…, de los dictadores que a lo largo de la historia han masacrado a su pueblo?

¿Ignoraremos a la clase política? De cualquier lugar del mundo, pasada, presente y futura. A los políticos se les puede definir, sin temor a equivocarnos, como: Embusteros, demagogos, aprovechados, hipócritas… y un sinfín de feos calificativos, porque lo que busca cualquier político, sea de la época que sea, es el de enriquecerse lo antes posible aprovechándose de su posición de ventaja, sin importarle lo más mínimo los medios que utilice para conseguirlo, ni a las personas que pueda perjudicar en su intento. Así ha sucedido siempre y así seguirá sucediendo. Hay una frase que describe muy bien lo que es un político, la pronunció (y esto sí que es extraño) otro político, Louis McHenry Howe, amigo íntimo y asesor personal del presidente de Estados Unidos Franklin D. Roosevelt, dijo McHenry: «Nadie puede adoptar la política como profesión y seguir siendo honrado».

Tampoco se nos pueden pasar por alto los empresarios, muchos, gente sin escrúpulos, gente vil y egoísta que su único fin es enriquecerse a costa del pobre trabajador que tienen bajo su yugo, explotándolo por un mísero salario y siempre con la amenaza constante del despido en cuanto se atreva a levantar la voz y se rebele contra las injusticias de esta ralea con una voracidad, egoísmo y mezquindad sin límites.

No podemos olvidarnos de tantas y tantas ruindades de personas que están a nuestro alrededor: Jefecillos de pacotilla, como los que abundan por desgracia en las grandes empresas, gente menor, con bajísima catadura moral, que humillan y zahieren a sus subordinados sin el menor escrúpulo. Gente que mata a sus esposas. Personas que se matan en peleas callejeras por, probablemente, cosas tan triviales como una discusión de tráfico. Hermanos que se matan o dejan de hablarse para toda la vida por una herencia...

Entre el amor y el odio hay un paso muy corto. Mientras las personas de las que nos rodeamos no sean una carga para nuestros intereses, y piensen más o menos como nosotros, todo puede ir razonablemente bien y pensaremos de ellas que son muy buena gente. Ahora, en cuanto nuestros intereses económicos o de otra índole estén más o menos en riesgo, en cuanto las personas sean muy contrarias a nuestras convicciones y formas de ver la vida, en cuanto nos hagan una «putada» a pesar de habernos hecho multitud de favores anteriormente, las cosas ya no serán como antes, porque somos así de cínicos. Ya lo dice el refrán: “Hazme cien cosas buenas y malas una y no me has hecho ninguna”.

En fin, el egoísmo pienso que va marcado a fuego en el ser humano, hay benditas excepciones pero… ¡son tan pocas!

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...