BIENVENIDOS A YUMYS GALAXY, EL RINCÓN DE F.J.M. (MARCO ATILIO).

viernes, 25 de diciembre de 2015

Deseos navideños


Quisiera, como administrador de Yumys Galaxy, desear a todos sus seguidores, simpatizantes y a todos los que alguna vez hayan pasado por este pequeño rincón unas felices navidades. Que la paz y la felicidad entren a raudales en vuestras casas y que el año 2016 sea el de la consecución de vuestros sueños e ilusiones, aquel en que se cumplan vuestras esperanzas y todo aquello por lo que lucháis día por día.

De paso permitidme que haga una pequeña reflexión con todos vosotros:

Ahora que nos impregnamos de espíritu navideño y nos llenamos de buenos deseos para los demás, que rezumamos solidaridad por todos los poros de nuestra alma, dejemos que ese espíritu se traslade también al resto del año, que ese espíritu navideño no muera cuando pasa la Navidad.

No permitamos que nos envenenen la intolerancia, el egoísmo, la envidia, la vanidad, el rencor, la hipocresía… y que siempre, siempre, tengamos una sonrisa presta para regalar al compañero, al amigo, al hermano… al otro. Seguro que haciéndolo así llenaremos de paz nuestro espíritu, esa paz que deseamos para el prójimo en estas fechas tan entrañables y que tan imprescindible es para el crecimiento personal.

Ya hace dos años, escribí otra entrada en el blog sobre estas reflexiones navideñas y que si lo deseáis podéis mirar en este enlace.


¡¡¡FELIZ NAVIDAD PARA TODOS!!!

Marco Atilio

lunes, 7 de diciembre de 2015

Como un grano en el culo

Contaminación

Ahora que se está celebrando en París la “Cumbre del Clima” y se habla sobre el calentamiento global y el cambio climático y sus posibles soluciones, aunque mucho me temo que sea tarde y que solo saldrán buenos propósitos que se olvidarán pronto y que seguiremos matando poco a poco pero inexorablemente nuestro planeta y la vida sobre él; pienso decía que, el cambio climático al que nos vemos abocados, es la consecuencia inevitable de nuestro modo de vida desde la “Revolución Industrial”, de haber vertido durante muchos años, ingentes cantidades de materiales tóxicos a la atmósfera, a los océanos, a los ríos, de haber deforestado nuestros bosques con ambición desmedida… solo por la insensatez y egoísmo de individuos sin escrúpulos, porque a lo largo de los años siempre han primado más las cuestiones económicas que las medioambientales sin importar el tremendo daño que se le estaba haciendo a nuestro planeta y por ende a todas las personas (en una suerte de autodestrucción), a todos los animales terrestres y marinos, a todas las aves y en fin a todo lo que se mueva y respire sobre La Tierra.
 
Cuando me paro a pensar en todo eso, me reafirmo cada vez más en que el ser humano es tremendamente nocivo para las demás especies de este planeta en que vivimos, es nocivo incluso para sus propios congéneres, y nocivo también para el medio en el que vive, para el aire que respira, para la tierra que pisa, para cualquier cosa que toque. Porque somos nocivos en nuestra propia esencia y por donde quiera que vayamos no dejamos “títere con cabeza”.
 
De todo esto que digo, la historia reciente puede dar fe, solo hay que repasarla un poco y constatar que lenta pero implacablemente estamos destruyendo nuestro querido planeta: quemando sus bosques, intoxicando sus aguas, envenenando su atmósfera, agotando sus reservas…
 
Para nuestra maravillosa Tierra fue un mal día aquel en que el ser humano puso sus pies sobre ella por primera vez. No sé cómo sucedió y qué motivo hubo para que sucediera. Si fue Dios quien nos puso aquí creo que cometió la mayor torpeza de la historia conocida. Porque, aunque somos infinitesimalmente pequeños comparados con la inmensidad del Universo, no dejamos de ser como un grano en el culo, molestos y dañinos hasta la paranoia.
 
Por nuestra propia inconsciencia, por nuestro propio egoísmo, por nuestra propia estúpida necedad, estamos acabando con esta preciosa “Canica Azul” como la bautizaran los astronautas del Apolo 17. Esta maravilla del Sistema Solar en donde un día, un aciago día, nos pusiera el azar; eso quiero creer, porque si fue una mano divina quien nos puso, creo sinceramente que no tenía ni la más remota idea de la clase de gentuza con la que estaba tratando.
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