BIENVENIDOS A YUMYS GALAXY, EL RINCÓN DE F.J.M. (MARCO ATILIO)

martes, 18 de junio de 2024

Un momento en la vida

 

Fue un día cualquiera, Isabel y yo salimos a hacer unos recados y como era la hora oportuna y el día lucía espléndido, nos sentamos en la terraza de un bar para degustar unas ricas y frías cervecitas con sus correspondientes y deliciosas tapas.

Imbuidos en este placentero menester comenzamos una conversación muy agradable. Recorrimos el pasado, el presente y el futuro a grandes zancadas, disfrutamos de los recuerdos, de nuestro periodo de abuelos que comenzaba y de lo maravilloso de la vida a veces.

Isabel estaba tan especialmente guapa que mientras hablaba, yo la miraba absorto, recorriendo todos los matices de su madura belleza.

¡Cómo disfruté del momento, compartiéndolo con la mujer que camina conmigo por los senderos de la vida desde hace ya 41 años! Incluso las cervecitas me supieron mejor con ella a mi lado.

Luego nos marchamos hacia la placidez de nuestro hogar dejando atrás un instante en nuestras vidas del que disfrutamos intensamente.

Pequeños momentos que se disfrutan profundamente, que te hacen la vida mucho más placentera y que no debes dejar pasar, porque si los dejas pasar los perderás para siempre, vendrán otros, pero no esos que dejaste para otro día. Porque en definitiva, son esas breves experiencias que te proporciona la vida las que van modelando los cimientos de la felicidad.

jueves, 6 de junio de 2024

¿Y ahora que podíamos estar tranquilos...?

Nos pasamos la vida luchando para que esa vida, precisamente, sea lo más placentera posible. Con esfuerzo, a veces lo conseguimos; otras, nos cuesta más de lo que quisiéramos.

Luego nos  llega la jubilación y creemos, al fin, haber alcanzado la paz y el sosiego que proporciona cierta seguridad económica, fruto de muchos años de trabajo y sacrificio.

Pero hete aquí que, justo cuando todo parece ir bien y podemos disfrutar de nuestro merecido descanso, de los pequeños placeres que nos ofrece la vida… el destino hace que nos toque una lotería en la que nunca participamos. Una lotería cruel, marcada por una palabra que da miedo pronunciar, porque puede borrar de golpe la esperanza de seguir escribiendo nuestra propia historia.

Esa palabra, que escribo con cierta inquietud, es cáncer.

Una enfermedad que sacude los cimientos de nuestra vida y, en el peor de los casos, nos empuja sin remedio hacia el gran arcano de la muerte, arrebatándonos de un plumazo esa serenidad que al fin habíamos alcanzado.

¡Que el destino nos libre a todos de tan despiadada dolencia! Pero seguro que conocéis casos como el que describo. Es entonces cuando surgen las dudas, las preguntas, las rabias existenciales:

 - ¿Ahora que podía vivir tranquilo junto a su esposa, con una buena situación económica, disfrutando de los nietos…  le pasa esto?

 - ¿Para qué sirve el dinero, si no hay salud?

 - ¡Esta vida es una mierda!

En fin, a esto se le llama vivir. Esta es la historia —a menudo absurda e incomprensible— de tantas personas.

Y es que, nuestra existencia, está regida por algo que escapa a toda lógica: el azar.

Ese azar, caprichoso y ciego, es el que, en última instancia, va escribiendo nuestra propia biografía. Y si te toca con su imprevisible varita, los renglones de tu vida cambiarán, para bien o para mal, sin que tú puedas hacer nada por evitarlo.

Y para concluir, una amarga verdad prácticamente axiomática:

     El dinero sin salud no se disfruta.

    La salud sin dinero tampoco.


domingo, 2 de junio de 2024

Para ser un poquito más feliz...

 

Es increíble la capacidad que tiene el fútbol de hacer felices a las personas, o también de lo contrario, de que se sientan tristes y decepcionadas.

Ya la propia vida es una batalla diaria, con sus sinsabores y sus alegrías. En cualquier caso, si el equipo de tus amores gana, las pequeñas tristezas de la vida quedarán en un segundo plano, te sentirás feliz y si tu equipo gana algo importante, como por ejemplo la final de la Champions, no solo te sentirás feliz, te sentirás inmensamente feliz.

Si por el contrario pierde, la tristeza y la desolación te inundarán durante algunos días e incluso te sentirás malhumorado. Algo a lo que por fortuna no estamos acostumbrados los madridistas.

Ayer, el Real Madrid ganó su decimoquinta Copa de Europa al vencer al Borussia Dortmund por 2 a 0. Todos los seguidores del equipo merengue derramaron su exultante alegría allá donde vieran el partido. Unos, los más afortunados, lo verían en el mismo escenario del partido, el Estadio de Wembley en Londres, otros lo siguieron desde el Estadio Santiago Bernabéu a través de pantallas gigantes instaladas en el centro del campo, otros desde los bares y pub de toda España y otros verían el partido desde sus casas (nosotros en nuestro pequeño Bernabéu: en la guarida de «Los Ultras de Casa Paco»). Pero todos ellos, todos nosotros, gritamos gol (dos veces) en un estallido de alegría colectiva difícilmente imaginable para el que no le guste el fútbol y solo equiparable al momento en que acaso te toquen muchos millones en la lotería y yo diría que incluso más. Increíble pero cierto.

Luego, con el pitido final, las emociones se desatan, fluyen, se desbordan, se agitan, en una explosión monumental de exuberante alegría y felicidad. Tu equipo ha ganado la Final de la Champions una vez más y van… ¡QUINCE!

La verdad es que ser seguidor del Real Madrid tiene sus ventajas, y es que es un equipo que tiene acostumbrada a su afición a ganar y por ende a hacer felices a sus seguidores. Porque el Madrid no juega finales… ¡las gana! Es la diferencia con cualquier otro equipo del mundo. Los demás pueden ganar o perder cuando se enfrentan entre ellos, pero si se enfrentan al Real Madrid, sobre todo en una final de Champions, perderán. No en vano, de las últimas nueve finales que ha jugado el Madrid, el equipo blanco las ha ganado todas.

Creedme, «para ser un poquito más feliz, hazte seguidor del Real Madrid». De esta forma tu vida será un poco más bonita y estará llena de momentos tan emocionantes como los que yo viví ayer en compañía de mis hijos y de un amigo de mis hijos, en casa de «Los Ultras de Casa Paco» en donde no cabíamos de gozo y felicidad tras la victoria, una más, del equipo de nuestros amores. Como decía al principio, es increíble la capacidad que tiene el fútbol de hacer felices a las personas, la prueba es que tanto a mí, como a mis hijos y al amigo de mis hijos, todavía nos dura la resaca de felicidad y esta se alargará aún por varios días. Es lo que tiene ser, desde que éramos infantes de corta edad, seguidores del mejor equipo del mundo.

¡¡HALA MADRID!!

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