Hoy me siento un poco melancólico, es esa melancolía extraña que a veces nos invade sin saber muy bien por qué se produce. Quizá porque estoy saliendo de un resfriado que he padecido durante algunos días y que me ha dejado casi sin aliento. Lo cierto es que estoy un poco depre y nostálgico.
Hace un momento, en la soledad de mi hogar (mis hijos no están y mi mujer tampoco) he cerrado los ojos y he cabalgado a grandes zancadas por el pasado, por un pasado que a veces añoro intentando sujetar entre las manos los recuerdos de una época que siento extrañamente próxima, como si las cosas hubieran pasado ayer mismo, una época en que la pasión y la fortaleza de la juventud me hacían devorar la vida. Ahora todo es más tranquilo, más reflexivo, más convencional, como corresponde a la etapa de madurez a la que he llegado. Esa extraña proximidad de mi juventud es sólo apariencia porque sé que son años dejados atrás, años que nunca volverán aunque su recuerdo permanezca todavía fresco en mi memoria.
Por unos momentos he explorado los maravillosos días de mi noviazgo con la que hoy es mi esposa y disfrutando de aquellos recuerdos he dejado que mi alma se impregnara de ellos y la hicieran volar de nuevo hacia aquella calle, aquel portal y aquella casa, mudos testigos de nuestro amor…
Era una tarde fría de otoño,
una tarde oscura y neblinosa,
era yo muy joven
y comenzaba a jugar al amor.
Era la primera vez
que veía aquella calle,
la primera,
que veía aquella casa.
Pero era allí
donde moraba el destino,
en una de aquellas
casas encaladas...
¡Recuerdos...! ¡Nostalgias…!
¡Cuántas palabras de amor
y cuántos gestos, nos cruzamos
en la penumbra de aquel portal
amándonos a hurtadillas!
Mientras, la noche,
las noches…
pasaban frías y oscuras,
claras y cálidas.
Y la luna,
entrando de puntillas
por algún resquicio,
nos miraba con ternura.
¡Qué recuerdos...¡
Al aire fresco
de las noches de verano,
sentados junto a la puerta
sobre viejas sillas de enea,
nos robábamos… una mirada,
un guiño, una caricia,
mientras el viejo de enfrente,
hablaba con tus padres
de la cosecha de aceituna.
¡Qué recuerdos!
¿Te acuerdas tú también mi amor…?
Oscuras noches de invierno,
llegábamos a la casa sofocados,
empapados por la lluvia,
y nos fundíamos en un abrazo... cálido,
y nuestros labios
se juntaban en un beso
joven y enamorado.
Y miraba tu rostro,
tus mejillas rosas y ardientes,
y con una palabra de amor
nos dábamos la espalda,
y me alejaba calle abajo
lleno de tí y de tu fragancia.
Y la lluvia seguía cayendo,
y la bombilla de la esquina,
ennegrecida por los años,
se apagaba y encendía
en un ciclo sin fin
acaso para decirme adiós...
¡Qué recuerdos me trae
aquella calle…, aquel portal…
y aquella casa!
Marco Atilio
9 comentarios:
Todos, en algún momento de nuestra vida nos hemos sentido identificados con tus sentimientos y los hemos compartido, es mas estoy seguro de que muchos habremos vivido situaciones como las que reflejas en tu entrada, de la cual, solo puedo decir que demuestra lo bien que escribes, que eres un excelente poeta y que me hace compartir lo que decía Kierkegaard: " la vida sólo puede ser comprendida mirando hacia atrás, pero hay que vivirla mirando hacia delante".
La vida se compone de un montón de matices diferentes, por tanto, la melancolía y las nostalgia son sentimientos que vividos de una forma o de otra te pueden hacer sentir bien o mal.
¡Qué suerte! que estés invadido por la nostalgia, eso quiere decir que has vivido y conocido momentos y gentes que de verdad han valido la pena….
Me ha encantado el post, ¿entiendes? me ha encantado. Que bonita lírica, rezuma romanticismo por los cuatro costados. Has conseguido hacerme un poquito más feliz mientras te leía porque me has hecho volver a soñar. Gracias por el post Marco Atilio, y como dice Claudius Legonius: Que bien escribes.
El otro día descubrí tu blog y me prometí a mí misma que navegaría por él cuando dispusiera de más tiempo ya que la primera impresión que tuve me gusstó mucho. No me equivocaba, he leído algunas entradas y tengo que decir que me emcanta como escribes y que percibo una gran sensibilidad. Para muestra esta ultima entrada que me ha corroborado las buenas impresiones que ya tenía. Es una entrada preciosa, llena de emociones, nostalgias, melancolías, agradable lenguaje que me ha transportado a mis años de juventud. Enhorabuena Marco Atilio porque tienes un blog precioso y además me gusta tu estilo de escribir. Seguro que me pasaré por aquí a menudo y no dudes que te comentaré tus entradas en la medida que el tiempo me deje.
Es normal sentir todo tipo de emociones y ademas bueno pero tranquilo que todo pada y lo de la poesia preciosa enorabueba.eltodopoderoso
A veces yo también me siento un poco melancolica ¿y quién no? Eso forma parte de nuestra naturaleza humana como también es normal acordarte de los buenos y malos momentos vividos. Ahora, lo difícil es describir esos momentos como tú lo haces, eso ya no es tan normal. Felicidades por esta encantadora entrada.
Bonito blog y bonito post. Pasaré a visitarte de vez en cuando.
¡Cómo me has hecho recordar los tiempos de mi juventud cuando andaba con la qu hoy es mi mujer! Más o menos eran las mismas sensaciones que las que dice el poema. Parece que fue ayer y sin embargo ha pasado tanto tiempo.
Precioso artículo para un bonito e interesante blog.
Como dijo alguien por ahí: "No hay melancolía sin memoria ni memoria sin melancolía".
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