Si pincháis en la pestaña “Sobre mí” del blog, podéis saber que me gano la vida como celador del Servicio Andaluz de Salud. Llevo casi 19 años en el mismo servicio del hospital en donde trabajo, el servicio de quirófanos. Este es un servicio muy especial, en donde a los celadores, aparte de otras muchas cosas, se les exige que sean responsables, diligentes y sobre todo, poseer una gran capacidad de sacrificio porque el trabajo (aunque a algunos les pueda sorprender) es duro, tanto física como mentalmente. Es un trabajo que te somete día por día a un gran estrés a poco que quieras realizarlo con la responsabilidad que se deriva de tener que tratar con personas que necesitan de toda tu atención por razones obvias. Y en el que como he dicho antes, tus capacidades físicas y mentales se ponen a prueba prácticamente a diario.
La gran carga de trabajo que soporto diariamente junto a mis dos compañeros, unido a mis problemas físicos, (la rodilla, la espalda, los pies, las cervicales…) dolores múltiples que junto a la gran exigencia a la que personalmente me someto ya que siempre me ha gustado hacer las cosas bien, con responsabilidad y con toda la eficiencia de la que soy capaz, todo ello unido hacen que me resulte dificilísimo llegar al final de mi jornada laboral. Es por eso que cuando finalizo mi trabajo me encuentro prácticamente molido, tanto física como psicológicamente. Y no digamos cuando tengo que alargar mi jornada durante doce horas gracias al aumento de la misma que nuestro “querido” gobierno neoliberal impuso a los trabajadores públicos.
Me resulta muy descorazonador que por mucho que te exijas no eres eficiente. Intento hacer mi trabajo con la mayor atención posible hacia el enfermo e intento ofrecer la mayor calidad asistencial de la que soy capaz pero… Ese esmero que todo buen profesional debe poner en el cuidado de los enfermos, queda mermado por el agobio y las prisas de mi día a día. El querer hacer las cosas bien y no poder hacerlas porque las circunstancias no me lo permiten es una cosa que me irrita profundamente.
¿Qué si me he quejado de esta situación? Por supuesto, y varias veces. ¿Lo sabe la Dirección del hospital? Lo sabe. ¿Lo sabe mi más inmediato superior? Lo sabe. ¿Lo saben los liberados sindicales? Lo saben. ¿Hay alguna solución para esto? Sin ninguna duda. Pero primero hace falta voluntad de querer resolver el problema y hasta la fecha parece que nadie está por la labor.
Resulta obvio que la solución pasa por agregar un celador más al Servicio, esto en estos tiempos de crisis parece una quimera porque se da por supuesto que habría que crear una nueva vacante y esto resulta impensable hoy por hoy pero la solución no necesariamente tendría que ser esa y sí distribuir mejor los recursos humanos de los que se dispone. ¿Esto último se puede hacer? No me cabe la menor duda, lo único que se necesita es imaginación y voluntad de querer solucionar el problema. Es así de claro.
Me gusta mi trabajo, disfruto con lo que hago, soy generoso en mi esfuerzo y mi máxima es la de ser amable con los enfermos, con mis compañeros y con todos los profesionales del Servicio. Tengo a mi lado una compañera responsable y laboriosa y un compañero con las mismas virtudes, gracias a ellos mi día a día no se convierte en una verdadera locura, aunque muchas veces nos cueste a los tres atender con eficacia nuestra labor. Y es que hay días que en lugar de trabajar parece que tengas que reventar y eso no hay ser humano que pueda resistirlo, ni siquiera debe ser legal porque a veces nuestro trabajo raya poco menos que en la explotación.
La pregunta que me hago y que me tiene sumido en un gran desasosiego es hasta cuándo podré resistir este ritmo infernal dado mi precario estado físico. Porque algunas veces es un querer y no poder por culpa de mis dolores y el volumen tan enorme de trabajo. Una cuestión que no se me va de la cabeza desde hace ya bastante tiempo. En fin el tiempo lo dirá y a lo mejor, con un poco de suerte ¿quién sabe? mis circunstancias y las de mis compañeros mejoran.
Tengo que decir antes de terminar, que este artículo lo he escrito con una gran amargura. Por varios motivos, entre ellos porque nunca creí que tuviera que escribir algo similar ya que me gusta muchísimo mi trabajo, me siento totalmente integrado en el Servicio, querido y respetado por todos los profesionales que trabajan en él y sería muy triste para mí tener que dejarlo vencido por el agobio y el estrés. Luego por mis problemas físicos que hacen de mi día a día un auténtico sufrimiento, recrudecido y aumentado por la gran carga de trabajo a la que estamos sometidos. Y por último porque entiendo que nuestra situación, tanto la de mis compañeros como la mía es tremendamente injusta ya que a nadie se le debiera exigir más de lo que humanamente puede dar.
Ni que decir tiene que todos los días doy gracias a Dios por poder tener trabajo dados los tiempos que corren y casi me da vergüenza quejarme aunque, por otra parte, debéis entender que una cosa nada tiene que ver con la otra.
Marco Atilio
6 comentarios:
Pues sí, creo que si tienes derecho a quejarte. A nadie se le puede exigir más de lo que humanamente puede dar. De cualquier manera hemos llegado a un punto en esta mierda que es España en que si no explotas trabajando no eres apto. Siento lo de tus problemas fisicos. Saludos.
quejarse es de ley, de todas formas es una queja razonable, puesto que si hay que dar un arreglo a las listas de espera, contratando especialistas, para poder acortar esas listas, contratemos un celador mas, para poder trabajar dignamente, puesto que el volumen de trabajo se esta desbordando y digo lo que tu, doy gracias por poder trabajar todos los dias pero la gente con la que trato los" enfermos "tambien tienen derecho a recivir por nuestra parte un trato menos estresante.
Claro que tienes derecho a quejarte y personalmente creo que lo haces de una forma un poco dubitativa. Las injusticias hay que denunciarlass sin cortapisas. Seguro que los que impiden una nejor calidad asistencial negando al servicio más personal son los que están asentados sobre buenos sueldos y no les duelen los músculos de la fatiga. Lo que les debería doler es la conciencia porque con estos recortes de personal los que perdemos somos todos los ciudadanos. Claro que tienes derecho a quejarte, por supuesto que si.
que se están cargando la sanidad es una obviedad y el modo como lo estan haciendo es recortando prestaciones y personal para que cuando acudamos a ella nos parezca de poca calidad. si que tienes derecho a quejarte como tanttos buenos profesionales que trabajan en nuestro sistema sanitario en condiciones paupérrimas. Que políticos d mierda tenemos, en lugar de preservar nuestra sanidad que hace bien poco era un referente para muchos paises lo que hacen es recortar su presupuesto con la idea errónea de que es deficitaria. Como si nuestro sistema sanitario público estuviera pensado para ganar dinero y naturalmente no es así, está pensado para ofrecer un servicio gratuíto, universal y de calidad.
Todo el mundo rtiene derecho a quejarse porque nadie está a gusto con lo que tiene. Las cosas se están poniendo de tal forma que ya veremos si no tendremos que trabajar en condiciones de semiesclavitud si estas politicas de estos gobiernos conservadores que nos ha tocado sufrir no cambian. A lo mejor con el tiempo no es que las condiciones de trabajo tuyas y de tus compañeros puedan mejorar sino que pudiera ser que empeoraran lo cual sería desastroso. Como tú dices el tiempo lo dirá.
Un amargo relato de tu día a día y también del día a día de muchos trabajadores de este país. Aunque tú tienes una ventaja: A tí no te despedirán si por causas ajenas a tu voluntad bajas el rendimiento. Si lo harán a los trabajadores de empresas privadas que si que tienen que reventar para que sus asquerosos jefes estén contentos con ellos. Y estoy de acuerdo con el comentarista anterior, en lo de que trabajaremos en condiciones de semiesclavitud, con una salvedad, ya estamos haciéndolo. Te preguntas si tienes derecho a quejarte y yo te digo que por supuesto que sí, como tantos millones de trabajadores de este país que trabajan en condiciones lamentables por un sueldo miserable. O nos levantamos contra estos indeseables o no quedará nadie con decencia para contarlo.
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