BIENVENIDOS A YUMYS GALAXY, EL RINCÓN DE F.J.M. (MARCO ATILIO).

miércoles, 15 de septiembre de 2021

El plato de lentejas

 

Hace algún tiempo, un amigo me contó una ficticia y metafórica historia sobre unos frailes, un prior y un convento para ilustrarme sobre lo que era la política y los políticos. Hoy rescato aquella historia que la transcribiré, si no en su literalidad, sí conservando la moraleja que encierra. Que no es otra que la de “no te fíes de los políticos y sus promesas”. La historia comienza así:

Había una vez un convento en donde convivían unos 50 frailes y a cuyo mando estaba el padre prior, un individuo bajito y rechoncho llamado Clementino.

Desde hacía algún tiempo se venía palpando entre los frailes cierto malestar porque la comida principal siempre consistía en lo mismo: un plato de lentejas. Lloviera o tronara, hiciera calor o hiciera frío, el plato de lentejas nunca faltaba a su cita con el almuerzo de los frailes.

Los frailes, enojados con lo que consideraban una injusticia, comenzaron a preguntarse (en busca de la causa por la que todos los días comían lo mismo) por qué el padre Clementino solo comía con ellos una vez a la semana. Los demás días se ausentaba arguyendo mil y una excusas. Tras hablarlo entre ellos, se pusieron a investigar y al cabo de un tiempo encontraron la razón de las ausencias del prior. Resultó que en connivencia con el hermano cocinero (que siempre comía en la cocina), el menú del padre Clementino (y del mismo cocinero) era de lo más variado y solo comían lentejas una vez a la semana, el día que el padre Clementino comía junto a los demás frailes.

Respetando su voto de obediencia y aprovechando que las elecciones para prior habían de celebrarse prontamente, aunque enojados en sus adentros, no replicaron ante aquella clara manifestación de egoísmo por parte del padre Clementino.

De todas formas se afanaron en buscar un sustituto para Clementino, alguien en quien se pudiera confiar, alguien justo y honrado. Se postularon varios frailes para el puesto de prior, pero entre todos ellos, destacaba un fraile joven (al que llamaremos «Sinescrupulini»), dotado de una verborrea fácil e hipnótica que, convenientemente florida y llena de promesas, convenció a los frailes en ser él la mejor opción para el cargo. Así, cuando se celebraron las elecciones, el resultado fue aplastante en favor de aquel joven fraile con un discurso brillante y que, a primera vista parecía sincero y que, entre otras cosas, les había prometido que el menú sería variado y que no volverían a comer lentejas a diario.

Al día siguiente de las elecciones, los frailes comprobaron que el almuerzo consistía en un plato de lentejas. Comiéndolas junto a los frailes se encontraba el padre «Sinescrupulini». En fin, démosle un voto de confianza, se decían los frailes. Veremos mañana.

Al día siguiente otra vez el plato de lentejas constituía el almuerzo de los frailes, sin embargo, el prior «Sinescrupulini» se encontraba ausente. Al día siguiente se repitió la historia: plato de lentejas para los frailes y «Sinescrupulini» brillando por su ausencia. Solo cuando pasó una semana el prior compartió con los demás frailes el plato de lentejas. Estos, visiblemente enfadados, le recriminaron que les hubiera engañado ya que el menú consistía en el mismo plato de lentejas que habían estado soportando durante el mandato del padre Clementino. Con un discurso hábilmente preparado, sustentado por su verborrea fácil y manipuladora, les dijo a los frailes que las cuentas del convento que se encontró cuando tomó posesión del cargo de prior, eran nefastas. Que el padre Clementino le había dejado una herencia de deudas y que a corto plazo, la economía del convento no estaba en disposición de cambiar el menú de los frailes. De nuevo les convenció de que cuando la coyuntura económica se mostrara más favorable abordaría sin dilación el cambio del menú en el almuerzo de los frailes. Por el momento solo sería variado su propio menú, pero que, eso sí, para que no le tacharan de insolidario, compartiría el plato de lentejas no una vez a la semana sino dos. «Así os demuestro que mis intenciones son buenas y que solo la mala gestión del padre Clementino durante su mandato hace que no pueda cumplir por el momento, ninguna de las promesas que os hice en campaña electoral».

Los frailes quedaron convencidos de las razones que esgrimió el prior y quedaron a la espera de que mejorara la economía del convento. Algo que nunca llegó a suceder bajo el mandato del padre prior «Sinescrupulini».


2 comentarios:

Anónimo dijo...

Y con esto podemos decir, que la luz, el agua y los impuestos en general, bajaran cuando entre otro partido político, pero si veremos que esta todo igual , pero esto es otro tema, pero que si se puede aplicar.
eltodopoderoso

F.J.M. (Marco Atilio) dijo...

Claro que se puede aplicar, porque haya el partido que haya gobernando nunca arreglará tus problemas, ni los míos, ni los de la gente en general. Los políticos que nos gobiernan arreglarán sus propios problemas no los de la masa que los votó. Así de gilipollas somos cuando lo seguimos haciendo para beneficiar a unos parias de tres al cuarto.

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