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sábado, 31 de mayo de 2014

Los Ultras de Casa Paco

 Collage

Desde hace algunos años, mi casa se ha convertido en el sanctasanctórum del madridismo durante los partidos de fútbol del Real Madrid. Es una especie de diminuto Bernabéu ocupado por siete seguidores: mis dos hijos, Javi y David, sus amigos Nando, Diego, Manjón, David «el Largo» y yo mismo. Todos juntos formamos lo que Javi bautizó en su día como «Los Ultras de Casa Paco» (Paco, por supuesto, soy yo).

A veces se unen otros: «El Negro», «El Piña», «Saviola», «Ismael»… Pero todos, absolutamente todos, compartimos los mismos sentimientos, el mismo corazón y el alma madridista; vibramos con las victorias del equipo blanco y sufrimos con sus derrotas.

El nombre de Los Ultras de Casa Paco no hay que tomarlo al pie de la letra: ninguno de nosotros es fanático ni perdemos la cabeza. Sabemos reconocer cuando otros equipos juegan mejor que el nuestro. El nombre, de hecho, proviene del grupo de WhatsApp que creó mi hijo para mantenernos en contacto, compartir información del Madrid y coordinar nuestras reuniones para ver juntos los partidos.

Tengo que decir que, durante los encuentros –y más si son importantes–, disfruto como un niño junto a mis jóvenes compañeros. Me contagian su energía: vibro, me apasiono y me emociono con ellos.

Desde que celebramos estas reuniones, las emociones se han desbordado más de una vez. Las exaltaciones de alegría por el triunfo del equipo de nuestros amores han corrido desenfrenadas cual caballo desbocado; las derrotas, en cambio, nos llenaban de amargura y de rabia. En esos días de tribulación nos asaltaba el reproche y la crítica hacia nuestro equipo, intentando buscar culpables y posibles soluciones al pequeño desastre de la derrota.

El 24 de mayo de 2014, «Los Ultras de Casa Paco» pudimos vivir una de esas noches mágicas de fútbol, una noche que quedará esculpida con letras de oro en el alma de todo aquel que, como nosotros, se sienta madridista.

Ese día, en el Estadio da Luz de Lisboa, se jugaba la final de la UEFA Champions League entre nuestro Real Madrid y el Atlético de Madrid. Desde la mañana, todos llevábamos un nudo en el estómago, mezcla de nervios y esperanza. El Madrid podía conseguir su ansiada Décima Copa de Europa, nada menos, y el rival no era sencillo: un Atlético rocoso, muy bien trabajado y difícil de batir.

Como en otras grandes ocasiones, mis hijos y sus amigos comenzaron a enviarse mensajes por WhatsApp sobre las doce del mediodía. Había que organizar el evento. Compran unas cervezas, unas tapas… «la ligaílla», como la llaman mis hijos, para saborearla mientras ven el partido. Yo no intervengo en esos menesteres, solo les ofrezco mi casa para ver el partido. En compensación, disfruto también de la «ligaílla».

A eso de las seis y media empezaron a llegar los amigos. Vinieron tan pronto porque no querían perderse «La Previa del partido» e ir entrando en ambiente. Para entonces, mis hijos ya habían engalanado el salón con bufandas y una gran bandera del Madrid. Nuestro pequeño Bernabéu estaba listo.

Bandera

Cuando empezó el partido, los nervios de todos los «Ultras» estaban a flor de piel, yendo en aumento a medida que el tiempo pasaba. En el minuto 36, un cabezazo de Godín –tras un error garrafal de Casillas– puso al Atlético por delante. Nos quedamos mudos durante unos instantes. Aquello no lo esperábamos, y menos que fallara de forma tan estrepitosa el que considerábamos mejor portero del mundo.

Sabíamos que remontar sería muy difícil: el Atlético era un muro atrás y el Madrid, en la primera parte, no encontraba el camino, salvo por un tiro de Bale que se fue rozando el poste.

Llegó el descanso y aún conservábamos la esperanza de una remontada. Comentábamos posibles cambios y estrategias. En la segunda parte, con la entrada de Isco y Marcelo por Khedira y Coentrão, nuestras esperanzas crecieron, sobre todo porque ambos jugadores le dieron otro aire al equipo, obteniendo con ellos un plus de calidad que fue muy ilusionante para nosotros.

El Madrid atacaba una y otra vez, pero el gol no llegaba. Los minutos pasaban y el corazón nos latía como una locomotora.

Y entonces… llegó el minuto 93. Luka Modrić se dispuso a lanzar un córner, la última oportunidad. En ese instante, el salón de mi casa se quedó en silencio. La pelota voló hacia el área en un centro perfecto. Todos seguimos su parábola sin pestañear. De entre la maraña de jugadores surgió poderosa la figura de Sergio Ramos, que se elevó majestuoso, deteniendo el tiempo por un instante y ejecutando un precioso y soberbio cabezazo en un remate magistral. El balón entró pegado al palo derecho de la meta defendida por Thibaut Courtois, el magnífico portero del Atlético, que nada pudo hacer por detener la pelota. ¡Goooool!

No hay palabras para describir la explosión de júbilo que se desató en mi casa. Abrazos, gritos, saltos, cojines volando por el aire… Yo, lesionado, no podía saltar, pero grité hasta quedarme sin voz. Aquello fue una locura, una de las mayores alegrías que recuerdo haber vivido. En un segundo pasamos de la desesperanza absoluta a la certeza de que la victoria era posible. Esa certeza nos la daba el hundimiento físico y moral del Atlético, unido a la inyección de adrenalina que supone marcar un gol en el último suspiro.

Y así fue. En la prórroga, el Madrid arrolló al Atlético. En el minuto 110, Gareth Bale, tras espectacular jugada de Di María, anotó el gol que daba ventaja al Madrid, desatando de nuevo la alegría y la euforia en el pequeño Bernabéu. Con el Atlético prácticamente hundido, el Madrid remató la faena con otros dos goles: Marcelo en el minuto 117 y Cristiano Ronaldo, de penalti, en el 120. El Real Madrid se proclamó justo vencedor de la Final de la UEFA Champions League 2013-2014.

En aquella noche mágica, inolvidable y maravillosa, nuestro Real Madrid había conquistado «La Décima», y nosotros también conquistamos un recuerdo imborrable que quedó grabado a fuego en nuestros corazones. Porque hay momentos que no se repiten, instantes en que el fútbol –ese juego tan irracional y tan humano– se convierte en algo más que un deporte: en una emoción compartida, en una chispa de felicidad que permanece viva por muchos años que pasen.

P. D.: Tal vez haya quien piense que todo esto es una locura, que semejantes emociones son absurdas, sobre todo aquellos a quienes no les guste el fútbol. No seré yo quien les lleve la contraria, pero… como dijo alguien:

«¿Cómo entender mi locura si no compartes mi pasión?»

8 comentarios:

E.E.C. 49 dijo...

Vaya Marco, que sorpresa. Me alegro mucho que seas seguidor del Madrid porque yo tambien lo soy y también como tú disfruté de lo lindo el dia de la final. Yo lo vi con un grupo de amigos que también son madridistas como yo en un bar que hay cerca de casa. Luego lo celebramos a lo grande, incluso nos bebimos una copita de champán. Es que el dueño del bar es mi hermamo sabes? y nos invitó, pero no se lo digas a nadie. Enhorabuena por la victoria del Madrid, ya veo que tu también disfrutaste de lo lindo. Un saludo. y Hala Madrid.

F.J.M. (Marco Atilio) dijo...

Gracias E.E.C. 49 por tu comentario. Celebro que compartamos la misma pasión por un equipo. Si, la verdad es que fue una noche muy especial. Saludos.

The Black Mamba dijo...

Emocionante artículo que detalla a la perfección los momentos de tensión y alegría que vivimos todos juntos en los partidos de nuestro querido Real Madrid, especialmente en esta final de la Champions. No se pueden describir mejor todos nuestros sentimientos en estos días tan especiales, enhorabuena papá.

F.J.M. (Marco Atilio) dijo...

Mil gracias, me hace especial ilusión este comentario sobre todo viniendo de quien viene. Compartir esos momentos de pasión junto a tí es para mí muy especial, muy muy especial. Repito, mil gracias por tu comentario que me da nuevos bríos para seguir escribiendo.

Anónimo dijo...

Doy fe de que son unos grandes madridistas .
eltodopoderoso

F.J.M. (Marco Atilio) dijo...

Eso es porque nos conoces sobradamente. En fin,como tú bien sabes, en la familia hay pocos que no sean del Madrid.

DAVID dijo...

No se puede describir mejor todos los momentos que no son pocos con mejores palabras, de verdad felicidades por este articulo que me han echo emocionarme, gracias papa y ¡HALA MADRID!

F.J.M. (Marco Atilio) dijo...

Ciertamente fue muy emocionante ese partido, que se puede fácilmente extrapolar a otros que hemos vivido con intensidad a lo largo del tiempo. Vibrando con las victorias de nuestro equipo y también entristeciéndonos cuando perdía. Para mí es una gozada compartir esos momentos con vosotros. Gracias David, supone para mí un acicate tu comentario y celebro que te haya gustado el post.

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