El mismo rey Felipe VI se lo decía a los indignados
(con razón) vecinos de Paiporta con ocasión de la accidentada visita que
realizaron a la ciudad después del desastre ocasionado por la DANA:
«¡Cuidado que hay mucha desinformación!».
Y es que, por intereses miserables y partidistas y aprovechándose de esta desgracia, los bulos campan a sus anchas a través de las redes sociales. En general, difundidos por grupos o individuos ultras y populistas. Y lo peor es que esos bulos se los tragan con verdadera fruición individuos que no se molestan en verificar los datos y en comprobar si eso que leen, oyen o ven es verdad o se trata de una burda mentira. Son bulos bien elaborados, lanzados con el propósito de crear confusión, desconcierto y caos. Dirigidos principalmente a quienes usan la cabeza solo para llevar el sombrero y tienen unas tragaderas como dos albercas.
Luego, conseguido el objetivo de que cale el bulo, el engaño o la noticia falsa entre esa especie de jumentos, solo toca esperar. Poco, porque el rucho es un auténtico ventilador a la hora de esparcir esas falacias y sin asegurarse de su veracidad difundirá prontamente el embuste entre sus próximos.
Y es que algunos de estos roznos deberían irse a la cama diciéndose: «He demostrado que puedo ser más tonto que ayer», y despedirse a sí mismos con un: «Hasta mañana que lo volveré a intentar».
Por desgracia y muy a nuestro pesar: «Hay muchos jumentos de dos patas, campando y rebuznando por nuestras tierras patrias»; y precisamente es en esos jumentos en los que cala el bulo y la falacia y de los que se nutren los maestros de la desinformación.
Así que, ya sabes: si no quieres formar parte de la manada jumentil cerciórate de que la información que te llega es veraz o por el contrario es una inicua y burda mentira.
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