Somos
apenas un suspiro en la inmensidad del tiempo cósmico, apenas luz que cruza la
noche, viento que pasa. Breves, pero ardemos con la intensidad de un universo
que llevamos dentro.
Somos un simple parpadeo, mientras la Tierra respira lenta, indiferente a esta existencia fugaz. Un susurro que se pierde en la bruma, fuego breve, un latido de luz en la sombra.
Todo lo que fuimos –lo que amamos y odiamos, lo que nos hizo felices o nos hirió– cabe en un instante, y solo permanece en la memoria.
Pequeños y diminutos en el océano del tiempo, aun así brillamos como estrellas fugitivas en la oscuridad. Pasamos creando belleza, o pasamos arrasándola.
Somos la tempestad o la calma, la herida y el consuelo, la belleza y la devastación en la noche del universo.
Somos suspiros en la historia. El eco de lo que fuimos lo arrastrará el viento, y solo quedará un instante temblando en el recuerdo, antes de disolverse en la infinitud del tiempo.
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