Desde el comienzo de la crisis se alzaron voces de reconocidos economistas contra las políticas de austeridad, austeridad que según los gobiernos neoliberales (encabezados por Alemania) era la única alternativa posible para que la economía volviera a crecer. A medida que la crisis se acentuaba y que las políticas de recortes no surtían efecto sino todo lo contrario, más voces críticas se sumaban para denunciar lo equivocado de tales políticas y el dolor innecesario que se le estaba infringiendo a la población sobre todo de los países periféricos de la zona euro: Portugal, Irlanda, Grecia, Italia y España.
El Premio Nobel de Economía 2001, el economista estadounidense Joseph Stiglitz ha sido y es una de esas voces críticas afirmando por ejemplo: “La liberalización del mercado de trabajo se aprovecha a veces para recortar sueldos, y esta política sólo agrava el problema en un contexto de crisis, ya que las personas no hacen compras". O por ejemplo: “En todo el mundo no hay ni un solo ejemplo, de que "se haya saneado un país enfermo con recortes salariales, de jubilaciones o de prestaciones sociales".
Otras voces críticas son el Premio Nobel de Economía Paul Krugman, el catedrático de Economía Aplicada Vicenç Navarro, el catedrático de Economía Juan Torres y un largo etcétera a las que ahora se ha unido el profesor emérito de Economía Política en la Universidad británica de Warwick Robert Skidelsky, conocido principalmente por ser el biógrafo del economista británico John Maynard Keynes.
Skidelsky ha estado en España para promocionar una obra dirigida a quien quiera conocer el devenir de la civilización occidental del siglo XX a través del prisma de una persona excepcional (Keynes). 1.300 páginas que empezaron a edificarse hace más de 30 años, editadas ahora por RBA, y que analizan en profundidad la vida de uno de los principales economistas de la historia, poniendo en contexto títulos como “Las consecuencias económicas de la paz” y “La teoría general del empleo, el interés y el dinero”, considerado el tratado económico más importante del último siglo.
El profesor Skidelsky en una entrevista afirma que está seguro de que "Keynes sería muy crítico con la austeridad" y abominaría de las "erróneas" políticas impuestas por los "acreedores" de la deuda de los países del sur de la zona euro, es decir, los bancos y el gobierno alemán.
La austeridad es como las viejas aplicaciones medicinales que trataban a los pacientes para sacarles la "sangre podrida" y acababan por matarles. Y "España está siendo sangrada en este momento", aunque lo que necesita son "estímulos y vitaminas" para recuperarse.
Para Skidelsky, tener un 27% de paro (como ocurre en España) es un "desperdicio descomunal de recursos humanos" que infligirá daños durante dos o tres generaciones.
"En términos económicos keynesianos el Gobierno puede poner a toda esa gente a trabajar, no importa incluso lo que hagan", a la manera del New Deal que inspiró Keynes en los años treinta para dinamizar la economía estadounidense. Y una vez que los ingresos de esas personas ayuden a recuperarse a la economía a través del consumo "la gente podrá emplearse en trabajos adecuados otra vez".
Para el profesor Skidelsky, "probablemente el mundo necesita un nuevo Keynes", cuyas teorías no han logrado ser mejoradas.
Voces tan autorizadas y tan de peso como las de los economistas Stiglitz, Krugman, Navarro, Torres y ahora Skidelsky son obviadas y pasadas por alto por los gobiernos neoliberales (con el de la señora Merkel a la cabeza) que para nuestra desgracia rigen los destinos de Europa y que con sus injustas y erróneas políticas están masacrando a millones de personas.
Incluso hace unos días el Papa Francisco (ya era hora de que la iglesia alzase la voz contra estos atropellos) se manifestó emitiendo una dura crítica contra el sistema financiero: "La adoración del antiguo cordero de oro", declaró Francisco, "ha encontrado una nueva y despiadada imagen de la superstición en el dinero y en la dictadura de la economía sin rostro ni objetivo realmente humano". En respuesta a estas afirmaciones la señora Merkel, que mantuvo con el Papa Francisco una reunión el pasado 18 de mayo, mostró su lado más “humano” y reconoció ante los medios que "la economía está para servir a la gente y en modo alguno ha sido este el caso durante los últimos años". Esperemos que la señora Merkel haya visto por fin la luz y sus esperanzadoras palabras no se conviertan en simples manifestaciones electoralistas teniendo en cuenta que este año es año de elecciones en Alemania. Yo por mi parte no confío demasiado. Incrédulo que es uno.
Marco Atilio
4 comentarios:
Me temo que la señora Merkel no está por la labor, ahora tiene mano de obra cualificada (españoles, italianos, portugueses, irlandeses...) y barata. Y no solo Alemania, porque también se están beneficiando Noruega, Suecia y Dinamarca que mueven sus hilos en la sombra, aunque la cara visible sea Alemania.
Ciertamente también se están beneficiando muchos países del norte de Europa aunque sea la sra. Merkel la que marque las directrices de la política económica de la Unión Europea convirtiéndose en adalid de la austeridad guiada solo y exclusivamente por oscuros e injustos intereses. Es una vedadera pena que no haya en Europa políticos que se enfrenten a esta señora con firmeza y determinación y le hagan ver que ella y sus políticas no son la solución sino el gran problema de la Unión Europea.
El poder económico es inmensamente fuerte y parece una quimera pensar siquiera en derrotarlo. Este poder que gobierna Europa, porque no nos engañemos, los políticos están subyugados a él marca las derectrices de las políticas que han de hacerse pese a quien pese y caiga quien caiga. Es bueno que haya voces críticas contra la austeridad y los recortes sociales pero mucho me temo que, como está sucediendo, caerán en saco roto. De cualquier manera nosotros, la gente, tenemos mucho que decir en este cuento si alguien consigue unirnos. Hasta otra ocasión Marco, un saludo.
Como estos políticos indeseables no le pongan pronto remedio aquí va a arder Troya.
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