Ucrania
está siendo golpeada por la barbarie de una guerra injusta y estúpida. Porque no
hay nada más estúpido que zanjar nuestras diferencias a tiros y los seres
humanos sabemos mucho de eso, y es que llevamos la estupidez marcada a fuego en
nuestro ADN. No aprendemos de nuestros errores ni aprenderemos nunca. Solo
sabemos infringir dolor a nuestros congéneres, así de diabólica es nuestra
especie.
Porque Vladimir Putin, un psicópata criminal y su cohorte de psicópatas criminales así lo han decidido, han iniciado una guerra de consecuencias imprevisibles, esgrimiendo para hacerlo supuestas amenazas y recurriendo a su pasado común para deslegitimar la existencia de un país soberano al que califica de un «estado fallido» y al que considera un «hermano pequeño» al que hay que recuperar. ¿Y cómo lo hace? pues matando a los que dice son sus «hermanos», incluidos civiles a pesar de haber declarado que no se atacaría a los civiles. El cinismo llevado al último extremo.
La cuestión es que se ha iniciado una guerra que ya veremos cómo acaba. Por lo pronto se ha atacado a un pueblo que quiere ser libre y democrático y no le dejan. La carga del pasado de Ucrania es demasiado grande como para zafarse de ella sin lágrimas.
En estos tiempos oscuros, lloremos pues todos con Ucrania y con sus gentes. Lloremos por las miles de personas que perderán todo lo que tienen, que se verán obligadas a abandonar sus hogares y su país ante el horror de la guerra, dejando atrás a los seres queridos que se habrán quedado para luchar contra los invasores, dejando atrás sus recuerdos y su pasado para encarar un futuro incierto. Marcharán inundados de lágrimas y de rabia, con el puñal de la tristeza y la desesperanza clavado en el corazón.
Por el miedo a las armas que puede usar esta especie de bazofia humana llamada Vladímir, occidente no intervendrá militarmente en el conflicto. Aunque vistos los acontecimientos dan ganas de «liarse la manta a la cabeza» y «salga el sol por Antequera». Pero… ¡es tan grande el precio que se podría pagar! Mientras tanto, el pueblo ucraniano, abandonado prácticamente a su suerte, lucha con determinación ante un enemigo claramente superior. Recemos porque se le haga el menor daño posible, aunque al fin y a la postre… ¿quién devolverá la vida a los muertos?
2 comentarios:
Una guerra absurda, como todas las guerras. En realidad el que tengamos que zanjar nuestras diferencias a garrotazos dice bien poco de nuestra especie. Pero así es el ser humano. Así es, así ha sido y así será... de estúpido.
Toda la razón Luis. Así lo creo yo también
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