Que prácticamente todos los políticos trabajan en beneficio propio es algo que está más que demostrado. De derechas, de izquierdas, de centro… es igual, «primero mis dientes que mis parientes», esa es su máxima.
En cualquier caso, siendo como son todos -o casi todos- los mismos perros con distintos collares, no todos los políticos hacen las mismas políticas, menos mal.
Confiar en partidos con políticas de ideología liberal o neoliberal, con un arraigado desprecio hacia lo público (o en partidos que, aun llamándose progresistas, implementen dichas políticas) para un asalariado que a duras penas llega a final de mes con los sueldos de asco que se pagan en España, a mi juicio es tirar piedras contra su propio tejado, es pegarse un tiro en el pie, es, en resumen, votar en contra de sus intereses.
Lo que conviene al pueblo más sencillo y humilde, aquel que se levanta temprano para ganarse la vida, aquel que lucha por sacar adelante a sus familias, es que haya una sanidad y educación públicas de calidad, unas pensiones dignas y unos salarios decentes. Todas esas políticas sociales son las que sirven para igualar algo a las personas ya que las más pudientes siempre podrán costearse una sanidad y educación privadas y no necesitarán del Estado -ni de un sueldo- para su subsistencia.
El paradigma de las políticas vergonzantes que van en detrimento de los que menos tienen, lo encontramos, por ejemplo, en Andalucía y lo que está haciendo el Partido Popular, con su adalid Moreno Bonilla al frente. Un señor disfrazado de político templado y con buen talante, que supo embaucar a muchos de aquellos que más necesitan de políticas sociales, con un discurso florido e hipnotizante, muy eficaz para atraerse al vulgo con menos capacidad crítica y proclive al aborregamiento.
Hablemos por ejemplo de la Sanidad Pública Andaluza y las políticas llevadas a cabo por el Partido Popular: El señor Moreno Bonilla ha echado a 13.000 profesionales a la calle y no se cubren ni bajas, ni vacaciones, ni jubilaciones. Faltan recursos humanos y medios materiales. El deterioro de la sanidad en Andalucía es tal, que cualquier incidencia más alta de lo normal termina desbordando los servicios, incluso cuando se trata de un aumento de incidencia estacional y previsible anualmente, como es el caso de la gripe y las enfermedades respiratorias.
La Atención Primaria está bloqueada desde hace meses, por lo que es absolutamente imposible conseguir una cita antes de dos semanas. Esto trae consigo que muchos enfermos opten por acudir a las Urgencias hospitalarias saturándolas y colapsándolas, provocando el caos constante, lo que origina la angustia y el enfado de los profesionales, que se sienten desbordados y abandonados a su suerte ya que no pueden prestar la atención necesaria y de calidad que merecen los usuarios. Todo esto no es algo puntual, de hecho está ocurriendo en todas las provincias andaluzas.
¿Por qué Moreno Bonilla no está dispuesto a solucionar la desastrosa situación? ¿Por qué no contrata más personal? ¿Por qué permite que cada año más sanitarios abandonen Andalucía porque aquí no encuentran trabajo? ¿Por qué está llevando a la sanidad pública andaluza a la UCI mientras por otro lado aumenta los recursos para la sanidad privada? Supongo que por espurios y oscuros intereses. Como todo en política.
Sin embargo, y por otra parte, para Moreno Bonilla, era de «extraordinaria y urgente» necesidad subirse el sueldo casi un 20% este 2024, pasando a cobrar 87.333 euros repartidos en 12 mensualidades. Y así lo ha hecho a través de la aprobación de un decreto ley, el mismo día en el que se estaban votando en el Senado los tres decretos anticrisis, destinados a mejorar, principalmente, la vida de los que menos tienen, decretos a los que el Partido Popular votó en contra. Mientras, el Parlamento andaluz, pese a estar en periodo inhábil, convalidaba la subida del sueldo de Moreno Bonilla, junto con la de otros 269 altos cargos, que verán abultadas sus rentas en un 15% de media. ¿La justificación? Había que acercar el sueldo del presidente andaluz a la media nacional (ahora ya supera la media que está en 87.206 euros). Sin embargo, el PP no ha tenido en cuenta que Andalucía, con 21.091 euros por persona en los últimos datos del INE, es la última comunidad autónoma de España en PIB por habitante. La media nacional se sitúa a unos lejanos 28.162, en cálculos referentes a 2022. Además, la comunidad más poblada de España también está en la cola de los salarios. Con una media bruta de 1.914, solo extremeños y canarios cobran menos. También es llamativo que, en este contexto, los populares hayan criticado sistemáticamente la subida del SMI.
En fin, políticos sin escrúpulos y sin una pizca de vergüenza que viven a cuerpo de rey a costa del pueblo aborregado y de los ilusos que los votan.
Y abundando en la desvergüenza, mientras, Podemos, votando en contra, junto con PP y VOX, de las mejoras en el subsidio de desempleo que incluían por ejemplo, el aumento de la cuantía del subsidio a los 570 euros al mes (desde los 480 euros actuales), la eliminación del mes de espera entre la prestación y el subsidio, la posibilidad de compatibilizar un empleo y cobrar parte del subsidio, así como la protección de nuevos colectivos como los menores de 45 años sin cargas familiares y eventuales agrarios. Y todo por venganza, ya que las señoras Irene Montero y su amiga Ione Belarra han perdido su querido y lucrativo ministerio. Venganza en el más amplio sentido de la palabra. La mano de Pablo Iglesias es alargada y la venganza se sirve en plato frío.
Y para desvergüenza, Pedro Sánchez, que miente más que ve. Capaz de vender a su padre por un plato de lentejas, aferrándose al poder cual lapa, bajándose los pantalones un día sí y otro también, ante las exigencias -cada vez más inasumibles- del «amigo» Puigdemont. Pero todo sea por el sillón presidencial, por el querido, reverenciado y adorado sillón presidencial… ¡Y por la pasta!
Y Ayuso en la Comunidad de Madrid, convertida en su chiringuito particular. Más radical que el mismísimo Abascal y guiada «sabiamente» por los hilos de su marionetista, el «sinescrúpulos» Miguel Ángel Rodríguez. ¡Ay Ayuso, la política más inculta y con las ocurrencias más hilarantes del panorama político español! La de las muertes en las residencias de ancianos durante la pandemia y que el día que se sepa la verdad -si es que llega a saberse- la gente se dará cuenta hasta dónde son capaces de llegar los políticos para que no aflore una verdad que les perjudique. La del hospital Isabel Zendal, (su proyecto personal) que ha costado a las arcas públicas más del triple de lo inicialmente presupuestado. Levantar el edificio situado en el norte de la capital, ha supuesto para las arcas públicas 140,1 millones, el 82% del presupuesto. Las empresas que se llevaron a dedo la adjudicación de las obras–sin concurso público ni publicidad– fueron un total de siete, con Ferrovial, Dragados y Constructora San José a la cabeza, que acumulan la mitad del coste de la infraestructura. Estas constructoras acabaron registrando sobrecostes respecto al contrato inicial firmado del 170%.
Otro de los escándalos sonados alrededor de las empresas adjudicatarias de este inservible hospital tiene que ver con el contrato de seguridad. Se lo llevó hasta en dos ocasiones a dedo Ariete Seguridad por 2,1 millones de euros. En la sociedad figura como administradora única una exconcejala del PP en Alcorcón, Silvia Cruz Martín.
A día de hoy se desconoce el coste real de la infraestructura que la presidenta madrileña mandó construir en tiempo récord, a la vez que se negaba a contratar a más sanitarios para su puesta en funcionamiento. Trasladaba a los profesionales sanitarios a «su hospital», quitándolos de otros hospitales cuyos servicios se resentían por falta de personal.
Isabel Díaz Ayuso, la que en 2022 se cargó la carrera política del entonces presidente del Partido Popular, Pablo Casado, cuando este la acusó de corrupción por el cobro de 280.000 euros por parte de su hermano a través de una sociedad cuyo propietario mantiene una amistad con la familia Díaz Ayuso y que, precisamente, fue a la que la Comunidad de Madrid, dirigida por la propia Isabel, adjudicó un contrato de 1.500.000 euros por la compra de mascarillas durante los inicios de la pandemia de coronavirus. Pablo Casado había hecho unas manifestaciones en la Cadena COPE en las que decía que Díaz Ayuso debía aportar toda la documentación necesaria para despejar dudas sobre su honorabilidad, cuestionando a la vez su honradez al preguntarse si «es lógico adjudicar una comisión a tu hermano en abril de 2020, cuando en España morían 700 personas a causa de la pandemia».
Poco después, la Comunidad de Madrid admitió que Tomás, hermano de Isabel Díaz Ayuso, sí que cobró 283.000 euros de la empresa de su amigo, a la que el Gobierno autonómico que ella preside adjudicó un contrato a dedo de 1,5 millones de euros, una acusación que quien fuera el propio presidente del PP hasta entonces había realizado entre sospechas de corrupción y por las que le había costado el cargo. Sin embargo, estas corruptelas no tuvieron consecuencias para la señora Ayuso. Ver para creer.
¿Y qué decir de Abascal? Un político que «nunca ha dado un palo al agua», que siempre vivió de la política y que preside un partido con ideas radicales y muy peligrosas para la propia democracia. Un partido que se sustenta en la mentira para embaucar al pueblo fácilmente manipulable.
Del partido de Abascal opinó una exdirigente -Macarena Olona- en estos términos: «Vox es ‘una secta en la que no hay libertad de expresión’ ni funcionamientos internos democráticos».
«Vox es ‘una estafa’ con la que se han desviado 11 millones de euros del dinero público con la ayuda de la Fundación Disenso. El partido se ha convertido en el negocio del patriotismo, un ‘chiringuitazo’. Apesta a corrupción. Hemos pasado de ‘todo por la patria’ a ‘todo por la pasta’ a costa del dinero de los españoles que siguen creyendo en el partido».
Podía seguir con los hipócritas Pablo Iglesias y Albert Rivera, que llegaron a la política con la «intención» de regenerarla, con proyectos ilusionantes para buena parte de las gentes de este país y que resultaron ser todo un engaño. Y al cabo, abandonando la política fracasados y con el rabo entre las patas, y además con el legado de dejar sus respectivos partidos hechos añicos. Eso sí, con sus respectivas bolsas personales bastante más llenas que cuando llegaron. Y es que ya se sabe, la política es un oficio muy lucrativo.
En fin, podría seguir hasta el infinito hablando de los políticos de medio pelo que campan por nuestras tierras patrias. Políticos sin altura, sin clase, ejerciendo una suerte de política embarrada y de enfrentamiento constante, incapaces de llegar a ningún acuerdo. Políticos más cercanos a la especie jumental que al homo sapiens. Pero, eso sí, si hay oportunidad de lucrarse lo más posible ayudados por sus cargos lo harán sin la menor vacilación, ya se encargarán de legislar para ello. Y meterán la mano en las arcas públicas sin el menor pudor para tratar de enriquecerse si se les presenta la ocasión. Esto es prácticamente axiomático, no os quepa la menor duda.
Lo dicho, los mismos perros con distintos collares.
Fuentes consultadas:
Wiquipedia; elplural.com; eldiario.es; infobae.com; elpais.com; elespañol.com; lavanguardia.com; elmundo.es; elboletin.com.
2 comentarios:
No puedo estar más de acuerdo. Interesante artículo y muy bien matizado y explicado. Bien hecho Marco Atilio.
Gracias por tu comentario
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