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viernes, 31 de diciembre de 2021

¡Adiós 2021!

En la Nochevieja del año pasado tenía la esperanza de que 2021 nos trajera el final de esta maldita pandemia que nos asola. Escribí esto por aquellas fechas:

«Al fin te vas 2020, te vas dejando un rastro de miseria y desesperanza en muchos. Esperemos que tu hermano 2021 nos traiga cosas mejores. Esperemos que podamos vislumbrar el final del largo y horroroso túnel en los que nos ha metido el coronavirus. Brindaremos, como lo hicimos hace doce meses, por la entrada del nuevo año. Y lo haremos sin fiarnos demasiado, aunque con la ilusión y la esperanza de que en 2021 se empiece a vislumbrar el final de esta horrible pesadilla».

Pues resulta que este 2021 que dejamos atrás, con ser algo mejor que aquel nefasto 2020, nos tenía guardada una sorpresita final coincidiendo con las fiestas más entrañables del año: la variante ómicron, que otra vez ha fastidiado las navidades a muchas familias incluida la mía. De nuevo impides que las personas se reúnan libremente, de nuevo las privas de besos y abrazos. ¿Hasta cuándo?

Otra vez brindaremos por el final de esta pandemia sin fiarnos demasiado. De cualquier manera, parece (según los expertos, aunque parezca otra cosa) que se empieza a vislumbrar, gracias a las vacunas, el final del largo túnel de la desesperanza en que nos metió el maldito coronavirus de las narices. Ese que ha arrebatado tantas vidas y que ha sumido en la más absoluta amargura a tantas personas en el mundo. Algunas por la pérdida de algún ser querido (daños directos), otras por la pérdida de sus trabajos o sus negocios (daños colaterales). En fin, miseria y desesperanza que esperemos que acabe en el año que empieza a caminar.

Le pediremos a este ¿esperanzador? 2022 que nos traiga la normalidad que tanto anhelamos y que tanto necesitamos. Le pediremos poder disfrutar de nuestra Semana Santa como antes de la llegada del maldito virus. Disfrutar de las Ferias y disfrutarlas intensamente, como antes. Le pediremos poder celebrar las próximas fiestas navideñas sin ninguna restricción, en las que los besos y los abrazos sean el menú principal de los hogares.

Y le pediremos a este 2022 que aquellos que han perdido sus negocios, sus trabajos, los recuperen cuanto antes y que la vida para ellos vuelva a renacer. En definitiva, le pediremos un rayito de esperanza, que es lo último que hay que perder, pese a que a veces, los avatares de la existencia nos lo pongan tan difícil para que ese rayito nos acabe iluminando.

Este año repetiré la tradición de cada Nochevieja y brindaré por el año entrante. Brindaré, como hice hace un año, y como he dicho más arriba, con cautela y sin fiarme demasiado. Brindaré porque el Año Nuevo nos traiga esa ansiada normalidad que perdimos con el advenimiento del jodido coronavirus.

 En fin, como decía el año pasado: ¡Adiós 2020! Nunca te echaré de menos. Y este año me plagio a mí mismo y digo una vez más: ¡Adiós 2021! Nunca te echaré de menos.

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