Me pregunta mi sobrino porqué en España los sueldos, en general, son tan bajos con respecto a otros países europeos como Francia, Alemania, Dinamarca, Austria, Países Bajos, Bélgica, Suiza, Suecia, Finlandia, Noruega…
Países todos ellos en donde los sueldos son mucho más altos que en España, en donde la cultura empresarial es muy distinta (para bien) a la española, en donde la desigualdad es bastante menor, en donde las ayudas públicas son muy superiores… En definitiva, me pregunta porqué… «África empieza en los Pirineos».
Para mí la respuesta es bien sencilla: Porque España estuvo sumida en 40 años de dictadura fascista, (o franquista, para el caso es lo mismo) en donde la democracia y los avances sociales brillaron por su ausencia. En donde a una gran parte de la sociedad se la subyugó, y poco menos que esclavizó, al servicio de los señoritos de turno por unos míseros reales y algunas veces ni eso, pues a veces los explotaban a cambio solamente de la manutención con el santo pretexto de que «es que si no, se morían de hambre». Esa cultura de la limosna y no del salario digno, que arrastran muchos españoles indeseables desde los tiempos oscuros del franquismo es la que, en última instancia, nos hace un país pobre y atrasado con respecto a los países más desarrollados de nuestro entorno, en el que la democracia no se vio interrumpida de forma tan cruel y deleznable por un golpe de estado fascista que acabó con todos los derechos adquiridos por la sociedad española y que hubieran sido sin duda mejorados de no haber ocurrido esa repugnante tragedia.
Algunos empresarios españoles, sobre todo del sector de la hostelería, que arrastran viejos rescoldos de aquel tenebroso pasado, arguyen que no encuentran personas para trabajar porque la gente no quiere trabajar. Esto, en mi opinión, es completamente falso, no encuentran personas para trabajar porque las condiciones que se les ofrece son pésimas. Deberían esos empresarios quitarse la careta y anunciar su oferta de trabajo con las condiciones reales que exigen: «Se buscan esclavos para que trabajen muchas horas por muy poco sueldo».
En cualquier caso, debería ser obligatorio cumplir con el artículo 23, apartado 3 de la «Declaración Universal de Derechos Humanos», aquel que dice:
«Toda persona que trabaja tiene derecho a una remuneración equitativa y satisfactoria, que le asegure, así como a su familia, una existencia conforme a la dignidad humana y que será completada, en caso necesario, por cualesquiera otros medios de protección social».
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